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La dirección del Severo Ochoa conocía las prácticas del doctor Montes desde el año 2001

La práctica de sedaciones en el servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés era conocida desde finales de 2001. No obstante, no se reunió la denominada "comisión de mortalidad" del hospital en el año 2002, cuando cambió la dirección del mismo. El equipo entrante también estaba al tanto de las sedaciones a enfermos terminales en Urgencias. Además, los documentos de consentimiento informado no eran habitualmente compulsados por la comisión de documentación del hospital.

(Libertad Digital) La dirección del hospital Severo Ochoa cambió en el año 2002. Pero tanto la dirección saliente como la que le sustituyó fue informada de la práctica irregular de sedaciones a los ingresados en el servicio de Urgencias considerados terminales. El noventa por ciento de los pacientes sedados en el servicio dirigido por el doctor Luis Montes moría antes de cumplidas las 24 horas del inicio de la sedación. El 60 por ciento de los fallecidos en las urgencias del Severo Ochoa había recibido sedación, aunque ello no quiere decir que todas estas muertes tuvieran esa causa.
 
El doctor Montes no trataba a los pacientes que llegaban a Urgencias. Pero no por su calidad de jefe del servicio, como se ha llegado a decir, sino porque su cualificación profesional como médico, con la especialidad de anestesista, no le capacita para ello. Sin embargo, comenzó a suministrar sedantes a ciertos pacientes, que él consideraba en situación terminal. Había facultativos que se mostraron extrañados, y luego reacios, a esa práctica.
 
Consentimientos sin sello
 
Por otra parte, los documentos de consentimiento informado –los que firman los pacientes o sus familiares para admitir determinado tratamiento– no eran compulsados regularmente desde mediados de 2004 por la comisión de documentación del hospital, según ha sabido Libertad Digital de fuentes del propio centro. Esta irregularidad administrativa no se debe a la “presión asistencial”, según las fuentes consultadas por este periódico, ya que tenía un carácter sistemático, y no puntual. Los documentos de consentimiento informado pueden ser por una simple comunicación oral, pero la ley exige que sean escritos en una serie de casos, y “en general, en la aplicación de procedimientos que suponen riesgos o inconvenientes de notoria y previsible repercusión negativa sobre la salud del paciente”, como el caso de las sedaciones.
 
Luis Montes, como jefe del servicio de Urgencias, había ideado un documento de consentimiento informado sui generis que no especificaba la enfermedad que aconsejaba la sedación, como ya informó La Razón. No obstante, en muchos casos las familias no eran informadas sobre la posibilidad de que la sedación tuviera como resultado el acortamiento de la vida. El propio consejero de Sanidad, Maniuel Lamela, declaró en el programa La Mañana de la COPE que “no hubo consentimiento en más de cincuenta casos”.
 
Por otra parte, se había dicho que en el servicio de Urgencias del hospital había dos “boxes de sedación”. Este extremo ha sido desmentido por fuentes consultadas porLibertad Digital. El servicio estaba equipado con dos camas aisladas en pequeñas habitaciones para eventualidades como enfermos que se encuentran desorientados y pueden molestar a otros pacientes, que tienen enfermedades contagiosas, o que producen fuertes olores, como pueda ser una gangrena. Pero en ningún caso están destinadas a la eventual sedación de los pacientes. Como recordó en su momento el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid Manuel Lamela, “en los hospitales no se seda en Urgencias”.

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