(Libertad Digital) La dirección del hospital Severo Ochoa cambió en el año 2002. Pero tanto la dirección saliente como la que le sustituyó fue informada de la práctica irregular de sedaciones a los ingresados en el servicio de Urgencias considerados terminales. El noventa por ciento de los pacientes sedados en el servicio dirigido por el doctor Luis Montes moría antes de cumplidas las 24 horas del inicio de la sedación. El 60 por ciento de los fallecidos en las urgencias del Severo Ochoa había recibido sedación, aunque ello no quiere decir que todas estas muertes tuvieran esa causa.
El doctor Montes no trataba a los pacientes que llegaban a Urgencias. Pero no por su calidad de jefe del servicio, como se ha llegado a decir, sino porque su cualificación profesional como médico, con la especialidad de anestesista, no le capacita para ello. Sin embargo, comenzó a suministrar sedantes a ciertos pacientes, que él consideraba en situación terminal. Había facultativos que se mostraron extrañados, y luego reacios, a esa práctica.
Consentimientos sin sello
Por otra parte, los documentos de consentimiento informado –los que firman los pacientes o sus familiares para admitir determinado tratamiento– no eran compulsados regularmente desde mediados de 2004 por la comisión de documentación del hospital, según ha sabido Libertad Digital de fuentes del propio centro. Esta irregularidad administrativa no se debe a la “presión asistencial”, según las fuentes consultadas por este periódico, ya que tenía un carácter sistemático, y no puntual. Los documentos de consentimiento informado pueden ser por una simple comunicación oral, pero la ley exige que sean escritos en una serie de casos, y “en general, en la aplicación de procedimientos que suponen riesgos o inconvenientes de notoria y previsible repercusión negativa sobre la salud del paciente”, como el caso de las sedaciones.
Luis Montes, como jefe del servicio de Urgencias, había ideado un documento de consentimiento informado sui generis que no especificaba la enfermedad que aconsejaba la sedación, como ya informó La Razón. No obstante, en muchos casos las familias no eran informadas sobre la posibilidad de que la sedación tuviera como resultado el acortamiento de la vida. El propio consejero de Sanidad, Maniuel Lamela, declaró en el programa La Mañana de la COPE que “no hubo consentimiento en más de cincuenta casos”.