Las prisas no son buenas. Tras dos años de obras y 110 millones de euros gastados, el alcalde Alberto Ruiz Gallardón inauguró por todo lo alto el pasado 25 de septiembre la remozada calle Serrano con una multitudinaria fiesta popular. Pero no, la calle no está terminada. Los tres nuevos aparcamientos que tanto ha utilizado el ayuntamiento como reclamo para que comerciantes y residentes soportasen las obras, siguen construyéndose bajo las renovadas aceras. Y aún falta tiempo para que estén finalizados. El consistorio asegura que para Navidades estarán terminados y operativos los dos primeros, al tercero, el más cercano a la Puerta de Alcalá, todavía le quedan muchos meses, abrirá en el algún momento de 2011.
La razón por la que este último parking se ha retrasado tanto está en los restos arqueológicos encontrados en la zona que obligaron a paralizar las obras para someterlos al estudio de los especialistas. Los restos resultaron ser parte de la antigua cerca de Madrid que data de tiempos de Felipe IV. Gracias a un acuerdo entre la Comunidad y el Ayuntamiento la cerca se retiraró del lugar y pudo continuar la obra. Los otros dos aparcamientos no tienen excusa arqueológica. Deberían estar terminados, junto al resto de la calle, a mediados de este año. No se han cumplido los plazos ni en los primeros ni en la segunda.
Lo peor, con todo, no es el hecho de no haber terminado a tiempo, sino la burla de las autoridades municipales hace dos semanas cuando inauguraron una calle en obras. Para comprobarlo no hace falta ser detective. Desde la misma plaza de la Independencia hasta el cruce con María de Molina, final del tramo reformado, lo que abunda es la maquinaria de obra, los camiones, las vallas y los operarios. La acera, más ancha que la anterior, dotada de un carril para bicicletas de algo más de 2 kilómetros, con mobiliario urbano de diseño y arbolitos está lista, pero invadida por material de construcción.
El atasco no remite, los comercios cierran
En los cinco carriles que quedan para tráfico rodado el protagonista no es la obra sino el atasco. Finalizada la gincana que había hecho célebres las travesías por Serrano en lso últimos dos años, el tapón no ha desaparecido. El responsable no es otro que la falta de carriles. Antes había seis carriles, ahora hay cinco con dos reservados al transporte público más el carrilillo para bicicletas que apenas registra tráfico al no estar conectado con otros carriles-bici de la capital.
El tráfico no ha sido la única víctima de las obras. Muchos comercios de la calle han cerrado durante los dos años largos que han durado, otros se encuentran disponible para traspaso y muchos están a la venta. Semejante obra no podía llegar en peor momento, en plena crisis económica y con el consumo en franca recesión. Boutiques míticas de la calle Serrano como Valentín Ampuero o cafeterías como Café de Colombia han echado el cerrojo. Y no son las únicas. Los más de dos kilómetros de calle que han sido objeto de la reforma están jalonados de carteles de "Se Vende" y anuncios de inmobiliarias que ofrecen ese espacio comercial como disponible.