L D (EFE) Pese a los malos tiempos económicos que corren, Donald Crabtree acaba de abrir su negocio en una pequeña localidad de 4.500 personas en el estado de Maine y parece que no le va nada mal, pese a la oposición inicial de sus habitantes.
Crabtree ha tenido una avalancha de 150 solicitudes de empleo y al final se ha quedado con 10 mujeres y 5 hombres que, según el diario The Examiner, tienen que cumplir con las normas de la casa: "ser amables y atender a todo el mundo por igual". Por su parte, los clientes también tienen normas que observar: No tocar, nada de fotos y sólo dinero en efectivo.
Según el diario, una de las camareras ha conseguido una propina de 100 dólares (79 euros) por servir una taza de café, y al resto de camareros tampoco les va mal, ya que las propinas están en torno a los 30 dólares (24 euros).
La cafetería lleva abierta sólo una semana, pero comienza a tener sus parroquianos. Una variedad de individuos (incluidos los curiosos), pero, sobre todo, "parejas y mujeres", según ha dicho el empresario. El caso es que en tiempos de recesión, Crabtree ha sabido poner al mal tiempo, buen torso.