Bajo el nombre de Educar en la diversidad afectivo sexual, los futuros maestros recibieron ideas sobre cómo educar a niños de entre tres y doce años. Según relata La Gaceta, en la Universidad Complutense una profesora explicó que los alumnos no deben presuponer la heterosexualidad del alumno ni de sus familias, añadiendo que no se pueden proponer modelos exclusivamente heterosexuales a los niños porque implicaría obviar una realidad.
Las jornadas, que están organizadas por la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), la UCM y la Federación Española de Comisiones Obreras (CC.OO) han estado coordinadas por la profesora de la Facultad de Educación de la UCM Mercedes Sánchez, y financiadas por el Ministerio de Sanidad.
Una de las herramientas que se les brindó a los docentes fue el de reinventar los cuentos tradicionales, propuesta que también llevó a cabo machaconamente el –ya difunto– Ministerio de Igualdad. En este caso no se habló de Cenicientos, sino de un perro que buscaba una familia, y viajaba de una a otra hasta acabar con una pareja de lesbianas que tenía un hijo. Antes, ya descartó familias normales y otros como dos "señores cigüeñas dados de la mano".
Volvieron a cargar contra los cuentos tradicionales por perpetuar patrones conservadores: la Cenicienta es un cuento machista porque pasó de trabajar para sus hermanas a trabajar para el Príncipe. Tampoco los príncipes se libraron: son una losa para los chicos porque no todo el mundo es alto y guapo y son "un chasco" para las chicas, porque "luego te das cuenta de que ese tipo de hombre no existe" señaló otra de las profesoras encargadas de impartir los cursos.
Después, lanzó varias dudas existenciales del tipo "¿Qué pasaría si a la Bella Durmiente la despertase una princesa y no un príncipe?" o "¿y si Aladín fuese muy bajito y tuviera el culo grande? ¿Y si la Cenicienta se vistiera con pantalones?".