Mientras los lectores adquirían sus libros con toda la tranquilidad del mundo, y más en las semanas en las que se celebra en Madrid la Feria del Libro, resulta que las librerías de la capital necesitaban, al menos según el criterio del Ayuntamiento, una campaña de inspecciones que velase por unos consumidores que, hasta el momento, no se habían percatado de que sus derechos, al parecer, estaban siendo conculcados.
Pese a lo estrambótico de la iniciativa el Ayuntamiento presume de ella en su página web, donde la refleja con un largo comunicado de prensa en el que explica los pormenores de la campaña que son, cuanto menos, sorprendentes.
Así, por ejemplo, se afirma que "al finalizar la campaña, se iniciarán los expedientes correspondientes en caso de incumplimiento", lo que podría dar a entender que no hay quejas previas que justifiquen las inspecciones sino que, por el contrario, se hacen sin un motivo aparente.
El objetivo es, según esta nota de prensa, "garantizar que se cumplan los derechos de los consumidores y usuarios" que, como decimos, hasta el momento estaban tan felices comprando libros. Más sorprende todavía es saber que las inspecciones forman parte de "la programación general de las campañas de inspección" que incluye un apartado de "nuevos sectores", en el que también están "la de compraventa de animales de compañía, parafarmacias y floristerías". A buen seguro que los compradores de flores también respirarán aliviados.
Nueve inspectores durante dos meses
La campaña supone que nueve inspectores municipales, técnicos de Calidad y Consumo, recorrerán durante los meses de junio y julio la ciudad "para revisar cien comercios de venta de libros".
Entre los puntos que revisarán estos inspectores están algunos como "que en los libros figure visible su precio y también en los volúmenes exhibidos en los escaparates", extremos que no sabemos si tienen consternados a los clientes de las librerías.
Del mismo modo, también se "protegerá" a los consumidores vigilando que no compren barato: otro aspecto a inspeccionar es que durante el Día del Libro, en ferias o congresos "el descuento máximo no superará el 10% del precio fijado por el editor".
Además, se incide en la visión del ciudadano como un ser poco menos que estúpido capaz de ser engañado... ¡por un anuncio de libros! Así, se vigilará también que "la publicidad que se exhibe en el local no deben inducir a error al consumidor y no pueden vulnerar sus derechos".
Contra un sector en crisis
La medida llega en un momento en el que el sector del libro en general y las librerías en particular están atravesando una crisis importante: si en el 2009 las ventas ya sufrieron un severo retroceso de, aproximadamente, un 15%, en lo que va de 2010 el panorama no parece haber mejorado mucho y la caída se cifra en un 10%, que se suma por supuesto al descenso anterior.
Por si esto no fuese suficiente, el desembarco del libro electrónico está empezando a suponer un cambio importante en el conjunto del sector en el que los establecimientos de venta al público, las librerías ahora inspeccionadas, pueden ser uno de los mayores perjudicadas por un nuevo modelo de negocio que les obligaría, como mínimo, a una reconversión de raíz.
Gallardón, ahora contra las librerías de Madrid
La última ocurrencia del Alcalde de Madrid es una campaña de inspecciones contra las librerías de la capital que supondrá que un centenar de ellas reciban la visita de técnicos de Calidad y Consumo. El sector del libro, que ha visto caer sus ventas, se ve ahora además en el punto de mira municipal.
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