Iñaki Gabilondo despidió la temporada de los comentarios políticos en el telediario nocturno de Cuatro que antes dirigía y presentaba, alertando en una diatriba feroz de que "somos súbditos de los mercados" y de que "el régimen en el que vivimos es una dictadura disfrazada con los ropajes de la democracia".
Demostrando una vez más que es incapaz de comprender que "los mercados" no son entes malignos de la estratosfera sino el conjunto de las decisiones económicas tomadas en libertad por los ciudadanos, un desmelenado Gabilondo nos advertía desde su púlpito televisivo de que "ya no podemos ignorar que los caminos están trazados, que fuera de ellos no hay salvación y que sólo podemos ejercitar nuestra libertad en el pequeño margen, un poquito más paquí un poquito más pallá que se nos autoriza".
Hasta tal punto hemos llegado en eso del pensamiento único que, según nos contaba el periodista que fue de la SER "se ha decretado un modelo obligatorio de gobernación: la socialdemocracia ha quedado prohibida de facto", aunque eso sí, "se le permite gobernar pero con tal de que no sea con sus propios puntos de vista".
¿Alarmados ante el análisis del mayor de los hermanos Gabilondo? Pues no deberían, ya que según aclaró el propio interesado "no hay tremendismo" en sus afirmaciones.
Llegados a este punto la disyuntiva es clara: o "aceptamos sin reparos esta dictadura" o quizá lo ocurrido (que no se sabe muy bien lo que es) desencadene "una reflexión de fondo sobre la democracia y su futuro" que será "decisiva" para la izquierda, que tiene que descubrir "su papel en esta nueva realidad o estará destinada a marchitarse y desdibujarse".
Esperemos que tras las vacaciones Iñaki Gabilondo vuelva para orientar a la izquierda con su sabiduría, lo que sin duda será garantía de que ésta llegue a buen puerto en tan complejo trance.