L D (EFE) SMART-1 será puesto en órbita por un cohete Ariane 5, cuyo despegue desde la base de Kurú, en la Guayana francesa, está previsto entre las 23.02 y las 23.21 GMT de este sábado. Este 162 vuelo de Arianespace servirá también para lanzar al espacio dos satélites de telecomunicaciones, el INSAT 3E de la agencia espacial india ISRO, y el e-BIRD del europeo Eutelsat.
Una vez en el espacio, la sonda SMART-1 describirá una órbita en espiral que le irá acercando hasta la Luna, hasta que sea atrapada por un campo gravitatorio que la fijará en su ruta definitiva en torno al satélite terrestre, en el que no se posará. A finales de 2004, SMART-1 comenzará la observación del único satélite natural de la Tierra para tratar de responder a preguntas que se hacen los investigadores sobre la formación de la Luna, su composición mineralógica y la eventual presencia de agua, y, si la hay, en qué cantidades.
Los datos que envíe a la Tierra servirán para conocer mejor la relación entre la Luna y todo el sistema solar, pero también para preparar proyectos destinados a un establecimiento humano de larga duración en ese satélite. Más allá de sus investigaciones, SMART-1 es un experimento en sí mismo, ya que constituye la primera de una serie de "pequeñas misiones de investigación tecnológica puntera" con la que la agencia espacial europea (ESA) pretende probar nuevas técnicas en el futuro.
Una sonda pequeña y barata
La sonda lunar es novedosa por su pequeño tamaño y peso, por la gran cantidad de instrumentos científicos que alberga, por su bajo costo y, sobre todo, por su revolucionario sistema de propulsión helio-eléctrico. Por primera vez, la ESA utilizará la energía solar como principal medio de propulsión de uno de sus satélites, lo que constituye una prueba de fuego para estos motores "iónicos", llamados a renovar las sondas interplanetarias.
El sistema de propulsión de SMART-1 precisa de diez veces menos carburante que las sondas tradicionales, lo que deja más espacio para albergar instrumentos de investigación y aligera el peso total del satélite. Además, la propulsión helio-eléctrica permite dirigir la sonda con mayor precisión que los sistemas químicos tradicionales, lo que aumenta la independencia del satélite de las fuerzas gravitatorias y facilita los viajes espaciales, sobre todo los de mayor duración.
En la concepción del nuevo motor han tenido una gran importancia las aventuras de la misión Artemis, satélite de telecomunicaciones de la ESA, que fue puesto inicialmente en una órbita errónea. Artemis estaba equipado de motores iónicos destinados a efectuar pequeñas correcciones de posición en el espacio, pero fueron empleados para situarlo en su emplazamiento correcto.
Las andanzas espaciales del Artemis convencieron a los ingenieros de la ESA que los motores iónicos podían servir no sólo para las pequeñas maniobras en órbita, sino también como sistemas de propulsión principal. Otra ventaja de esta propulsión es que requiere menos combustible, por lo que libera espacio para más equipos científicos.
El resultado final es un satélite más pequeño y ligero, lo que ha permitido que en su viaje de lanzamiento quede sitio en un Ariane-5 para otros dos satélites, lo que reduce el costo total de la misión.
SMART-1, que fue desarrollado por Swedish Space Corporation (SSC) en menos de cuatro años, tiene un volumen de un metro cúbico, su peso es de 367 kilos y su envergadura, con los paneles solares desplegados, ronda los 14 metros. A su pequeño tamaño contribuye también la miniaturización de sus instrumentos científicos, otro reto que aborda la ESA con la sonda lunar. El presupuesto de la misión se eleva a 110 millones de euros, menos de la quinta parte de lo que la ESA suele destinar a sus grandes proyectos científicos.
Una vez en el espacio, la sonda SMART-1 describirá una órbita en espiral que le irá acercando hasta la Luna, hasta que sea atrapada por un campo gravitatorio que la fijará en su ruta definitiva en torno al satélite terrestre, en el que no se posará. A finales de 2004, SMART-1 comenzará la observación del único satélite natural de la Tierra para tratar de responder a preguntas que se hacen los investigadores sobre la formación de la Luna, su composición mineralógica y la eventual presencia de agua, y, si la hay, en qué cantidades.
Los datos que envíe a la Tierra servirán para conocer mejor la relación entre la Luna y todo el sistema solar, pero también para preparar proyectos destinados a un establecimiento humano de larga duración en ese satélite. Más allá de sus investigaciones, SMART-1 es un experimento en sí mismo, ya que constituye la primera de una serie de "pequeñas misiones de investigación tecnológica puntera" con la que la agencia espacial europea (ESA) pretende probar nuevas técnicas en el futuro.
Una sonda pequeña y barata
La sonda lunar es novedosa por su pequeño tamaño y peso, por la gran cantidad de instrumentos científicos que alberga, por su bajo costo y, sobre todo, por su revolucionario sistema de propulsión helio-eléctrico. Por primera vez, la ESA utilizará la energía solar como principal medio de propulsión de uno de sus satélites, lo que constituye una prueba de fuego para estos motores "iónicos", llamados a renovar las sondas interplanetarias.
El sistema de propulsión de SMART-1 precisa de diez veces menos carburante que las sondas tradicionales, lo que deja más espacio para albergar instrumentos de investigación y aligera el peso total del satélite. Además, la propulsión helio-eléctrica permite dirigir la sonda con mayor precisión que los sistemas químicos tradicionales, lo que aumenta la independencia del satélite de las fuerzas gravitatorias y facilita los viajes espaciales, sobre todo los de mayor duración.
En la concepción del nuevo motor han tenido una gran importancia las aventuras de la misión Artemis, satélite de telecomunicaciones de la ESA, que fue puesto inicialmente en una órbita errónea. Artemis estaba equipado de motores iónicos destinados a efectuar pequeñas correcciones de posición en el espacio, pero fueron empleados para situarlo en su emplazamiento correcto.
Las andanzas espaciales del Artemis convencieron a los ingenieros de la ESA que los motores iónicos podían servir no sólo para las pequeñas maniobras en órbita, sino también como sistemas de propulsión principal. Otra ventaja de esta propulsión es que requiere menos combustible, por lo que libera espacio para más equipos científicos.
El resultado final es un satélite más pequeño y ligero, lo que ha permitido que en su viaje de lanzamiento quede sitio en un Ariane-5 para otros dos satélites, lo que reduce el costo total de la misión.
SMART-1, que fue desarrollado por Swedish Space Corporation (SSC) en menos de cuatro años, tiene un volumen de un metro cúbico, su peso es de 367 kilos y su envergadura, con los paneles solares desplegados, ronda los 14 metros. A su pequeño tamaño contribuye también la miniaturización de sus instrumentos científicos, otro reto que aborda la ESA con la sonda lunar. El presupuesto de la misión se eleva a 110 millones de euros, menos de la quinta parte de lo que la ESA suele destinar a sus grandes proyectos científicos.