L D (EFE) La plaza consistorial abarrotada acogió la réplica de los miles de asistentes, que esperaban este momento con cánticos y ondeando los pañuelos rojos que sólo se anudaron al cuello al estallar el chupinazo en el cielo pamplonés.
Un rito que también se repitió en la Plaza de los Fueros, el parque de Antoniutti y el paseo de Sarasate, donde el Ayuntamiento había instalado para la ocasión tres pantallas gigantes que permitieron seguir el acto en directo y descongestionar así el Casco Viejo de la ciudad, que este año recupera también como escenario festivo la Plaza del Castillo tras su remodelación.
La mañana, sin embargo, había empezado mucho antes ya que, desde primeras horas, numerosas cuadrillas se dieron cita en los bares de Pamplona para compartir los también tradicionales almuerzos sanfermineros que en los próximos días servirán para entonar el cuerpo después de las largas noches sin dormir. Con el cuerpo ya preparado, pamploneses y visitantes se dispusieron a aguardar el cohete en una espera que amenizaron con el descorche de cientos de botellas de cava con las que se regaron unos a otros mientras, de forma intermitente, levantaban los pañuelos en forma de triángulos por encima de sus cabezas y lanzaban confetis y serpentinas, así como grandes balones que iban pasando de lado a lado de la plaza.
Instantes antes de las 12:00 horas, los balcones del Ayuntamiento de Pamplona comenzaron a llenarse con autoridades e invitados, esta vez protegidos con pantallas de metacrilato para evitar los impactos de los huevos que algunos asistentes suelen lanzar. La aparición más esperada era sin duda la del concejal Jorge Mori, de 43 años, quien vio cumplido el sueño de todo pamplonés y más aún en este caso, en el que, como él mismo reconoció, "menos llevar al Santo, en San Fermín lo he hecho todo", ya que es miembro de una peña sanferminera, ha bailado los Gigantes, ha sido dantzari y, como policía municipal, en otras ocasiones le ha tocado proteger a la corporación. Una vez que Mori abrió los Sanfermines de 2004, la plaza del Ayuntamiento y sus alrededores soportaron un ruido similar al de un avión a reacción al despegar y, a partir de ese momento, como todos los años, la ciudad se transformó, la música se extendió por todas sus calles y Pamplona volvió a ser la capital de una fiesta internacional.
De esta forma, en un ambiente de alegría y sin incidentes, los Sanfermines iniciaron su andadura en una mañana que comenzó soleada pero que al mediodía mostraba ya el cielo con nubes y claros como presagio de las tormentas fuertes, posiblemente acompañadas de granizo, que se anuncian para este martes y que podrían durar hasta el viernes.
La plaza de toros de Pamplona acogerá este martes una corrida de rejones, con Fermín Bohórquez, Pablo Hermoso de Mendoza y Sergio Galán, que, tras la novillada de ayer, servirá de preludio del primer encierro de los Sanfermines 2004 que se correrá este miércoles con toros de Torrestrella, cinco en esta ocasión en lugar de seis ya que uno de ellos fue rechazado por el veterinario.