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El Papa pide en su tercera encíclica la reforma urgente de la ONU

Benedicto XVI ha publicado este martes su tercera encíclica, "Caridad en la verdad", de carácter social y en la que pide una reforma urgente de la ONU así como una economía de mercado basada en los principios de "solidaridad" y "confianza recíproca".

Benedicto XVI ha publicado este martes su tercera encíclica, "Caridad en la verdad", de carácter social y en la que pide una reforma urgente de la ONU así como una economía de mercado basada en los principios de "solidaridad" y "confianza recíproca".

El Papa Benedicto XVI pide en su tercera encíclica desde que , "Caritas in veritate", presentada este, la reforma urgente de la ONU y de la arquitectura económica y financiera internacional. También demanda una "verdadera" autoridad política mundial, que tenga poder y se atenga "a los principios de subsidiaridad y de solidaridad".

En una encíclica de marcado carácter social, que ha tardado varios años en hacerse realidad y en la que condena el capitalismo exacerbado, Benedicto XVI dice que ante el imparable aumento de la interdependencia mundial y en presencia de una recesión de alcance global, es "urgente" reformar la ONU para proteger y dar una voz más eficaz a las naciones más pobres.

"Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimentaria y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios urge la presencia de una verdadera Autoridad Política Mundial, que debe atenerse de manera concreta a los principios de subsidiaridad y solidaridad", escribe. Esa autoridad mundial, agrega, debe gozar "de un poder efectivo".

"La exigencia de la economía de ser autónoma, de no estar sujeta a 'injerencias' de carácter moral, ha llevado al hombre a abusar de los instrumentos económicos incluso de manera destructiva", asegura el Pontífice. Además, con el pasar del tiempo, "estas posturas han desembocado en sistemas económicos, sociales y políticos que han tiranizado la libertad de la persona" y, precisamente por eso, "no han sido capaces de asegurar la justicia que prometían", concreta.

Aún con todo, el Papa remarca que, en realidad, el mercado es sólo un instrumento y que, si bien "puede orientarse en sentido negativo" esto no es por culpa de "su propia naturaleza" sino de una "cierta ideología que lo guía en este sentido".

"No se debe olvidar que el mercado no existe en su estado puro" sino que "se adapta a las configuraciones culturales que lo concretan y condicionan". Por lo tanto, lo que ha fallado no es tanto el mercado en sí mismo sino las "referencias egoístas" que lo han regido durante demasiado tiempo.

En cuanto a las soluciones que deben llevar a instaurar un nuevo "camino", el Pontífice aseguró que están en volver a instaurar "los principios tradicionales de la ética social", tales como "la trasparencia, la honestidad y la responsabilidad", pero también en dar espacio al "principio de gratuidad", a la "solidaridad" y a "la lógica del don" en las relaciones mercantiles.

De hecho, según el Pontífice, la gratuidad está en la vida de las personas de muchas maneras, "aunque frecuentemente pasa desapercibida debido a una visión de la existencia que antepone a todo la productividad y la utilidad", lamenta.

No obstante, "sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy, precisamente esta confianza ha fallado, y esta pérdida de confianza es algo realmente grave", remarca.

Con todo, anima a la comunidad internacional a afrontar la situación con "confianza y esperanza", ya que, en cierto sentido, la crisis se convierte en una oportunidad para llevar a cabo la "renovación cultural" y el "redescubrimiento de valores de fondo" que necesita el mundo de hoy. Por lo tanto, conviene afrontar todas estas dificultades "de manera confiada más que resignada", puntualiza.

A lo largo del texto, el Papa también habla de la globalización, que "a priori" no es " ni buena ni mala" sino que "será lo que la gente haga de ella", afirma. En este sentido, "oponerse ciegamente" a este fenómeno "sería una actitud errónea, preconcebida, que acabaría por ignorar un proceso que tiene también aspectos positivos".

Además se correría el riesgo de "perder una gran ocasión para aprovechar las múltiples oportunidades de desarrollo que ofrece", si bien es verdad que, "si se gestiona mal", el resultado puede ser el contrario, es decir que, en lugar de una redistribución de la riqueza "comporte una redistribución de la pobreza", advierte.

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