Yo tenía EL GRAN SILENCIO en un disco mucho, mucho tiempo ahí: muerta de risa. Hasta que un día me decidí a verla. La vi incluso con mis hijos adolescentes. Nos "acojonó" a todos porque encoge el corazón. O lo expande, vaya usted a saber. No como otras tipo "Origen" y demás furufalla: mucho lío, tiros, intriga, pero se olvida conforme sales de la sala con el bolsillo sin un puñado de euros...
Ver sin agobios "El gran silencio" es una experiencia semejante a contemplar lentamente la belleza gélida y silenciosa de un cristal de nieve, y acordarte de quien lo creó. Aparte de que la Gran Cartuja está al pie de las cumbres blancas, claro...
Siento disentir del articulista, pero la película EL GRAN SILENCIO es una obra de arte como un castillo, y una pieza que los periodistas modernos y cualquier persona con capacidad intelectual normal y con corazón no se deberían perder...
Explica la elocuencia del silencio, algo a lo que los humanos actuales no están acostumbrados: miedo a estar solos, a escuchar la voz de su propia conciencia... a no oir nada porque hay gente que no tiene nada valiosos en su interior... llámele como quiera, pero vale la pena
¿A qué hora ha dicho? porque yo la VERÉ
¡Gracias por el anuncio!
"O lo de esta mujer con la ideología es enfermizo o no está siendo sincera del todo..."
Más bien lo primero. Lo triste de los políticos de izquierdas es que ponen la "ideología" por delante del bienestar del pueblo. Por mucho que se empeñen en decir lo contrario.
Pues si a Pepiño no le podemos llamar Pepiño, cómo quiere que le llamemos. Con esa boquita de piñón que tiene. Qué era eso que comía en los restaurantes de lujo, que le gustaba tanto, ah, sí, pichones rellenos. Qué quiere, que le llamemos pichoncito. O es que ahora que es rico quiere que le llamemos Don José. Pues le canto esta canción...
Eran dos tipos requetefinos
eran dos tipos medios chiflaos
eran dos tipos casi divinos
eran dos tipos desvarataos
si se encontraban en una esquina
o se encontraban en el café
siempre se oía con voz muy fina
el saludito de Don José
- Hola Don Pepiño
- Hola Don Jose
- Pasó Ud ya por casa
- Por su casa yo pasé
- Vió Ud a mi abuela
- A su abuela yo la ví
- Adios Don Pepiño
- Adios Don Jose.
Aceptando como cierto lo que dice este engendro que es Maruja Torres (que su padre pegaba a su madre), afirmación que viniendo de ella hay que tomárselo con gran cautela (normalmente miente más que habla) nada avala el que se aguantara por indicación de su confesor, según ella misma nos explica.
Pudiera ser que se aguantase voluntariamente -sin consejo de nadie- y esto del confesor sea otra patraña más de este bichejo llamado Maruja Torres, otro de sus habituales exabruptos.
¿Como hay que llamar a partir de ahora a Pepiño?, ¿Don Pepiño, o simplemente Pepiño? .... es que tengo mis dudas.
Aún admitiendo a los meros efectos dialécticos -puede ser un mero adorno ideológico- lo que afirma la "individua" esta que firma como Maruja Torres, tenemos que concluir que es "digna hija de tal padre".
A esparragar al monte, "señora".