En una entrada en su blog, Manuel María Bru Alonso hace una ligera referencia al desplome de COPE en la última oleada del EGM. Mientras, en la emisora sigue el silencio total. En un escrito titulado “De fines, medios, y audiencias”, el periodista y sacerdote explica este batacazo diciendo que un “buen medio de comunicación (…) no sólo buscará la cantidad sino también la calidad”.
En este sentido, esta cabeza visible de COPE continúa su alegato, más teórico que práctico, afirmando que “el medio de comunicación, cuya razón de ser es el servicio a la sociedad, debería buscar no sólo el éxito, sino también la excelencia, no sólo la competitividad con los otros medios, sino antes la competitividad consigo mismo para mejorar cada día, y no sólo la rentabilidad económica, sino, junto a ésta, la rentabilidad final”.
Tras perder más de 800.000 oyentes desde la salida de Jiménez Losantos y Vidal, el padre Bru ya no cree que el fin de COPE sea “el clásico tríptico funcional de informar, formar y entretener, sino esa última finalidad con la que comenzaba la Carta Magna del Magisterio de la Iglesia sobre la comunicación, la comunión entre los hombres y los pueblos”. Así, pretende justificar de manera eclesial el desplome de su emisora.
Para el padre Bru, optar por la calidad tiene un precio, que deja entrever que es lo que ha hecho la emisora de la Conferencia Episcopal. “La diferencia es que si se elige el sensacionalismo (prensa amarilla, radio, televisión e internet basura), se llega a muy corto plazo al éxito de audiencia, pero a costa de renegar del fin humanista de la comunicación y de la ética profesional”.
El otro camino, dice, “a medio y largo plazo alcanza también altas cuotas de audiencia, y por tanto de rentabilidad, por que los receptores al final saben valorarlo, y además, responde al fin de la comunicación, al servicio al hombre y al bien común”.