La decapitación del obispo Padovese suscita sospechas sobre el papel de Turquía
Extrañas circunstancias rodean la muerte del presidente de los obispos turcos. Al parecer, fue un fundamentalista islámico quien le decapitó al grito de Alá es Grande. Turquía conocía el perfil del asesino, al que puso como su chófer. El prelado intentó además proteger al Papa de un ataque.
El pasado jueves fue asesinado el obispo Luigi Padovese, presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía, a manos de su chófer. Las primeros datos difundidos por los medios turcos hablaban de un “desequilibrado mental” como autor de los hechos. Sin embargo, según han ido pasando los días se están esclareciendo los hechos. El obispo fue decapitado por un colaborador que le había asignado Turquía aunque el gobierno otomano afirma que éste se había convertido al cristianismo.
La agencia Asianews, adscrita al organismo vaticano del Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras recoge el testimonio de algunos testigos oculares. En este sentido, estos testimonios afirman que tras decapitar al obispo, Murat Altun, subió al tejado de la casa gritando: “¡he matado al gran satanás, Alá es grande!
En la nota de la agencia pontificia, "los testigos afirman haber escuchado al obispo pedir ayuda. Pero aún más importante es que oyeron los gritos de Murat inmediatamente después del asesinato". Por ello, creen que pudo tratarse de un asesinato ritual. Y es que la autopsia revela que el prelado recibió ocho cuchilladas en la zona del corazón, otras tantas por todo el cuerpo y posteriormente fue decapitado.
De este modo, se baraja que el suceso pudiera estar relacionado “con grupos ultranacionalistas y fundamentalistas islámicos que quieren eliminar a los cristianos de Turquía”, cuya presencia ya es de por si bastante escasa.
Pero las circunstancias oscuras que rodean la muerte de monseñor Padovese no se quedan ahí. El País añade nuevas informaciones que rodean al crimen y que hablan de datos que el Vaticano habría intentado no hacer públicos.
Según esta versión, horas antes de que el obispo fuera asesinado a manos de Murat Altun, el Gobierno turco llamó al prelado para decirle que el chófer, que ellos mismos habían puesto a su servicio cuatro años antes, “se les había ido de las manos” y que había abrazado la “causa fundamentalista”. A pesar de que el ejecutivo turco conocía el perfil del asesino no lo apartó de su puesto y dejó que siguiera trabajando con un miembro de la jerarquía católica.
Pero aún hay más sobre el asesinato. La muerte se produjo cuando monseñor Padovese debía estar en Chipre recibiendo al Papa Benedicto XVI durante su visita a la isla. Allí, el obispo debía tener un papel central puesto que el Pontífice iba a presentar el documento del Sínodo para Oriente Medio y donde el asesinado había tenido un papel central.
Padovese, sin embargo, canceló los billetes poco antes de salir hacia Chipre, tras haber sido avisado por Turquía y decidió no acudir a la visita del Papa porque “temía que su chófer pudiera aprovechar su cercanía al Papa para atentar contra él”. Y fue entonces cuando se produjo el asesinato. Ahora falta que se esclarezcan los puntos negros del asesinato y conocer las verdaderas motivaciones del asesinato y el posible conocimiento que pudiera tener Turquia, estado laico en el que, sin embargo, ya se han producido en los últimos tiempos ataques a cristianos.
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