Tres sargentos, doce cabos, treinta soldados y un tambor de la 84ª Brigada Mixta del Ejército de la República fueron ejecutados en la madrugada del 20 de enero de 1938, en el pinar de Piedras Gordas (Rubielos de Mora), sólo doce días después de que su unidad hubiera rendido Teruel, la única capital de provincia conquistada por su bando en la Guerra Civil.
Ahora, el Ministerio de Presidencia ha aprobado una subvención de 20.000 euros –aún provisional- a la asociación creada por familiares de dos de esos soldados para que se busque la fosa. Es la primera ayuda concedida a víctimas de la propia República, según ABC.
Los trabajos empezarán a partir de septiembre en una superficie de 40.000 metros cuadrados con la tecnología más avanzada, aportada por el geofísico Luis Avial, que ya ha trabajado en la detección de unas 70 fosas. Infrarrojos, georadares o gradiómetros de protones serán utilizados para tal efecto. En el proyecto también participa la fundación Aranzadi, cuyo presidente Francisco Etxeberría ha sido responsable de exhumar restos del cantante chileno Víctor Jara.
"La gente no puede estar enterrada en las cunetas en un país de tradición de cementerios, da igual qué bando fuera el responsable", opina Avial. "La dificultad de esta enorme fosa es que es un terreno enrome, las víctimas no eran del pueblo y las referencias son relativamente fiables, pero tenemos muchas posibilidades de encontrarla", anuncia el experto.
Concha Esteban, nieta del tambor de la Brigada, es responsable de promover la asociación beneficiada junto a la familia del soldado Victoriano Alegre Navarro. "Siempre me había conformado con que le pudiéramos hacer un pequeño homenaje", dice. "Si tenemos la oportunidad de exhumarlos y el resto está de acuerdo, sería un sueño", asegura.
Las historias que relatan, oídas de terceros, acerca de la muerte de sus familiares son calificadas por ABC como desgarradoras. Cuando Franco inició su ofensiva para recuperar Teruel, se reclamó la vuelta del destacamento republicano, a lo que éstos se negaron: deseaban el permiso prometido. Algunos lograron salvarse porque desconfiaron de sus propios mandos y las posibles represalias y huyeron. Otros, no. De modo que 46 de ellos perecieron bajo el fuego de su propio Ejército.
La 84ª División sufrió la mayor masacre perpetrada entre sus propias filas por los republicanos, al menos de las que están documentadas. Tal como señala ABC, los hombres sólo pedían que se cumpliera el permiso prometido por haber luchado en Teruel durante más de tres semanas a veinte grados bajo cero, y sufriendo más de un tercio de bajas.
El jefe de la 40ª División, el teniente Andrés Nieto Carmona, que fue alcalde de Mérida del PSOE, ordenó capturar a los soldados y fusilar a 46 de ellos sin previo aviso y contraviniendo incluso las disposiciones sobre Justicia Militar republicanas. Los cuerpos acabaron en una fosa excavada, según se cree, la misma noche de su muerte.
La lista de los fallecidos fue enviada a Garzón en pleno caso de la Memoria Histórica, aunque éste nunca mostró interés en buscar a los fallecidos ni contestó a los remitentes. La subvención es el primer paso para conocer el paradero de los cuerpos. Después, según Luis Avial, se decidirá si se exhuman o no, proceso que necesitaría de una nueva subvención.