L D (Europa Press) El prelado asegura que los padres, "primeros educadores, ejercen una imprescindible libertad religiosa que jamás han de someter a las prioridades de gobierno político alguno". En su carta, que titula "La sociedad frente al Estado", monseñor Agustín García-Gasco advierte que "de las urnas salen modos de gobierno democráticos, pero ellas no otorgan derechos absolutos e inobjetables sobre la conciencia de los padres y de todos los ciudadanos". Defiende así el derecho a la objeción de conciencia "que algunos grupos políticos y formadores de opinión pretenden abolir cuando es ejercida por los cristianos".
Después de recordar que son las familias "a quienes la naturaleza otorga el encargo primero de dar a sus hijos lo mejor para que crezcan hacia la plenitud humana", monseñor García-Gasco expresa que "el Estado no puede presentarse como un señor feudal que pretende intervenir en la vida de sus súbditos a su antojo".
Por ello, "ninguna reforma educativa logrará su propósito si se hace de espaldas a los padres", agrega el arzobispo de Valencia, que destaca también como "muy importante", la colaboración de la escuela con los padres. "No cabe un falso neutralismo en educación", precisa el arzobispo de Valencia, que considera que la educación de los niños y de toda persona "avanza cuando crecen las convicciones que dan sentido a su vida". En consecuencia, "descubrir los verdaderos valores de la vida, cultivar las virtudes auténticas, es una tarea demasiado importante como para dejar al margen de ella a Dios", subraya el prelado.
En otro momento de su carta afirma que "no resulta sencillo adaptar la asignatura de Educación para la Ciudadanía y hacerla aceptable para la moral católica". Se refiere a los contenidos de la asignatura y manifiesta que "el silenciamiento de la relación de la persona con Dios y de la aportación del cristianismo a la historia y a la sociedad son claros signos de un laicismo radical". También ve "problemático" que se la presente como "una asignatura que plantea valores comunes, cuando expresamente ignora o rechaza la ley natural del obrar humano presente en todas las grandes civilizaciones".
De igual modo prevé "un gran riesgo de autocensura para no incomodar" si se pretende adaptar la asignatura a la moral católica, porque hay "aspectos innegociables de la doctrina cristiana, que hoy son conculcados por la legislación española: el derecho a la vida y a la dignidad de los embriones y de los niños y niñas antes del nacimiento, el valor del matrimonio entre el varón y la mujer; el primordial papel de los padres como educadores; la dimensión trascendente del ser humano frente a cualquier reduccionismo laicista o materialista".