L D (EFE) En lo que debía ser una operación cinematográfica, la cápsula debía ser capturada en pleno vuelo por un helicóptero para impedir su contaminación con el suelo terrestre. Pero el paracaídas que traía consigo y que debía reducir su velocidad tras el ingreso en la atmósfera no se abrió y la caja y su carga hicieron impacto sobre las arenas del desierto a unos 250 kilómetros por hora.
En cajas de oro, diamante y otros materiales preciosos, la nave espacial había recogido iones de los vientos solares que, según los científicos, proporcionarían información sobre la formación de los planetas y los albores del Sistema Solar. Tanto las cajas como la nave misma resultaron seriamente dañadas, pero los científicos indicaron que todavía abrigan esperanzas de que la carga les proporcione alguna información. "Sin dudas estamos en una situación en la que vamos a tener mucha más contaminación que la que esperábamos", dijo a los periodistas el director del proyecto, Don Sweetham, en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), en Pasadena (California).
El desastre fue un mal augurio para el director de la Agencia Espacial estadounidense (NASA), Sean O'Keefe, que en esos momentos hablaba con optimismo ante un comité del Senado sobre los planes de su organismo para reanudar los vuelos de los transbordadores. Estos fueron suspendidos en febrero del año pasado tras la desintegración del transbordador "Columbia" en un accidente en el que perecieron sus siete tripulantes. Esa tragedia significó indirectamente la muerte progresiva del observatorio espacial Hubble que no recibirá misiones para reparar o sustituir los instrumentos que han enviado un enorme caudal de información astronómica a los científicos y terminará por desintegrarse en la atmósfera atraído por la gravedad terrestre.