La nueva ubicación del Museo del Ejercito estará en el Alcázar de Toledo, un lugar muy adecuado para esta instalación. Sin embargo, aprovechando este hecho, la ministra Carmen Chacón quiere borrar cualquier huella de una de las batallas más legendarias de la Guerra Civil, el asalto a esta fortaleza por parte de milicianos republicanos.
Según informa La Razón este jueves, la colección del asalto al Alcázar contenía multitud de objetos que recordaban esta batalla y la resistencia de las cientos de personas que aguantaron meses dentro de la fortaleza a mando del entonces coronel Moscardó.
Entre las muestras de la exposición había una motocicleta con la que los asediados fabricaban el pan, así como armas, granadas y multitud de cosas que rememoran esas fechas en las que más de 800 guardias civiles, algunos cadetes y 670 civiles resistieron las embestidas de 8.000 republicanos. Además, se mostraba el despachó de Moscardó, donde se reproducían las palabras del militar a su hijo antes de que éste fuera fusilado.
Fuentes del Ejercito aseguran que con esta medida se cerrará la visita al público a esta exposición aunque no podrán eliminar el despacho de Moscardó puesto que forma parte del edificio.
Otro aspecto importante es el de las criptas en las que se encuentran los restos de las personas que fallecieron durante el asedio. Desde Defensa aseguran que con casi total seguridad no se tocarán aunque sí podrían eliminar los lemas y las inscripciones que aparecen. Una de ellas dice: "los que mueren como han muerto quienes yacen en este panteón suben al cielo y pasan a la historia".
Cabe destacar que el Alcázar de Toledo es uno de los lugares más significativos de la ciudad y es el segundo lugar más visitado después de la Catedral. De hecho, el museo del asedio era uno de los principales reclamos. Incluso el actual Museo del Ejercito, que en breve ocupará su lugar, que está situado en el eje del Prado en Madrid recibe diez veces menos visitas que la exposición toledana.