Coincidencias entre Bono y Juan Guerra: despachos, dinero negro y caballos
Con la losa patrimonial de José Bono es imposible no echar un vistazo atrás en el tiempo y observar algunas similitudes entre el escándalo de nuestro presidente del Congreso, y el caso Juan Guerra en los primeros años de la década de los 90.
Seguramente porque fui uno de los periodistas que investigó y explicó el caso Juan Guerra en los 90, me han venido a la cabeza algunas similitudes:
La primera, el despacho oficial. Juan Guerra tenía un despacho oficial en las dependencias de la Delegación del Gobierno de Sevilla y José Bono tenía despacho oficial en la presidencia de la Junta y ahora en el Congreso de los Diputados. Tras saber lo que sabemos y si las informaciones son ciertas, en ambos despachos se urdieron operaciones, se usaron amistades e influencias y se intermedió con dinero, en metálico o en especie. Pero las cantidades y los asuntos de Juan Guerra eran una minucia si las comparamos con las cifras que se publican sobre las actividades de José Bono.
Una segunda similitud es la afición por los caballos. Juan Guerra también regalaba caballos, uno solo, a su sobrino, el hijo de Alfonso Guerra, lo que fue publicado en detrimento del entonces vicepresidente en toda la prensa nacional, de todas las tendencias.
Recuérdese el especial interés de la prensa afín a Felipe González por cargarse la figura y el poder de Guerra en el PSOE. Pero Alfonso Guerra obligó a su hijo Alfonso a devolver el caballo que le había regalado su tío Juan Guerra en las Navidades de 1988. La devolución estuvo motivada, según confirmaron dirigentes socialistas sevillanos, en que el vicepresidente del Gobierno no estaba de acuerdo en que su hijo recibiera semejante regalo.
Pero lo del caballo de Juan Guerra es una broma al lado del negocio de los caballos que tiene montado José Bono. Además de la Hípica, sus acciones, sus instalaciones y sus beneficios derivados, están los regalos recibidos. Al parecer, no un caballo sino cien le fueron regalados por un amigo, y según publicó el diario El Confidencial el pasaso martes el propio Bono pagó 100.000 euros, más de 16 millones de pesetas, por un solo caballo. No creemos que el caballo proletario que regaló Juan Guerra a su sobrino tuviera nada que ver con el pura raza adquirido por Bono.
Y por último, para no cansar, están las formas de los pagos. Juan Guerra llevaba siempre los bolsillos llenos de dinero con el que invitaba a "otra de gambas" a sus amigos. Se contaba que uno de los métodos usados por Juan Guerra para recabar el dinero necesario, negro naturalmente, por sus favores en la Administración socialista era el de los periódicos. Según los testigos de entonces, Juan Guerra exigía que el dinero, normalmente billetes usados de 1.000 y 5.000 pesetas de entonces, fueran envueltos en papel de periódicos y entregados a alguien de confianza o dejados oportunamente encima de la mesa del despacho oficial.
Pues tenemos que José Bono también ha utilizado los periódicos para sus operaciones de dinero, ¿de qué color, blanco o negro? Parece que oscuro cuando menos. Según El Confidencial, "José Bono entregó en mano a un estrecho colaborador 100.000 euros en billetes de 500, envueltos en papel de periódico, para adquirir un caballo de competición a finales de 2005. El animal se compró al jinete francés Robert Breul, siendo aquél ministro de Defensa, a través del marchante Guy Jonquères d'Oriola, que cuatro meses después facturó el caballo a nombre de Rafael Hoteles S. A., propiedad del empresario e íntimo amigo de Bono Rafael Santamaría, dueño también de Reyal Urbis. Según fuentes conocedoras de la operación, el caballo fue un regalo de Santamaría a Hípica Almenara S. L., propiedad del presidente del Congreso y de sus cuatro hijos."
Pero claro, hay dos diferencias. Una, que el nivel de los negocios de Juan Guerra era una minucia al lado de los altos vuelos empresariales de Bono. Dos, que la justicia intervino hasta el final en el caso Guerra y tuvo su condena. Y hay otra más, muy llamativa. Alfonso Guerra tuvo que dimitir por algo de lo que era responsable aunque no lo había protagonizado personalmente. De la dimisión del señor Bono, ni se habla.
Dice el PP que hay dos varas de medir en la actuación de la Fiscalía, la que zurra a Camps y la que aplaude a Bono. No es cierto. Hay tres. Falta la vara que castigó en los medios nacionales a un vicepresidente del gobierno, Juan Guerra, y lo dejó definitivamente traspuesto.
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