L D (EFE) Entre las ilustraciones de las que la Biblioteca Nacional tiene constancia de su desaparición figuran las correspondientes a dos mapamundis pertenecientes a una edición incunable de 1482 de la "Cosmografía" de Ptolomeo.
Un equipo de expertos de la Biblioteca Nacional encabezado por su directora, Milagros del Corral, y de la Guardia Civil viaja este viernes a Buenos Aires para analizar el material entregado por Gómez Rivero, a quien un juez de la capital argentina concedió este miércoles la excarcelación bajo fianza.
En Sídney, la policía confiscó el pasado día 11 un mapamundi impreso en Ulm y que podría proceder de la edición de "Cosmografía" de la Biblioteca Nacional.
El documento fue confiscado en una tienda de antigüedades propiedad de Simon Dewez, quien aseguró que lo había adquirido "de buena fe" a un marchante de Estados Unidos a través de Internet para uno de sus clientes australianos.
El mapa, que se encontraba en perfecto estado, mide 555 milímetros de lado y 400 de ancho y la palabra "Ptolomei" se puede leer al menos en dos inscripciones del documento, según afirmó el cónsul general español en Sídney, Enrique Sardá, tras examinarlo. El Gobierno español ha iniciado ya las gestiones para lograr la restitución de este mapa.
Las ilustraciones robadas de la Biblioteca Nacional han llegado también hasta Nueva York, según los indicios de que dispone el FBI, que custodia un mapa singular que podría proceder de la institución española.
La oficina neoyorquina del FBI supo de la existencia de este mapa a través de su agregado legal en Madrid, quien había sido informado por la policía española de que el propietario de una tienda de antigüedades de Manhattan consideraba que un mapa que tenía en su poder era posiblemente uno de los robados en Madrid.
La Biblioteca Nacional hizo público el pasado 24 de agosto el robo de los dos mapamundis de "Cosmografía", una obra de la que se conservan actualmente cerca de 120 ejemplares en las más importantes bibliotecas del mundo.
El robo se produjo en la Sala Cervantes, a la que sólo acuden los usuarios que poseen el carné de investigador, "burlando las estrictas medidas de seguridad en vigor desde los años noventa", según afirmó entonces la Biblioteca Nacional.
Tres días después de anunciarse el robo, la escritora Rosa Regás comunicó su dimisión como directora de la Biblioteca Nacional, por considerar que carecía por completo de la confianza del ministro de Cultura, César Antonio Molina, con quien inició una agria polémica sobre la desaparición de los documentos.
En la investigación iniciada tras comprobarse el robo de los mapamundis, la Biblioteca Nacional detectó también que habían sido arrancadas varias hojas de cuatro ejemplares de obras de los siglos XVI y XVII.