L D (EFE) Buscador día a día de sus propios límites y cultivador del espíritu en su obra, nació en Felanitx (Mallorca), en 1957, y desde niño se sintió inclinado hacia la pintura. Comenzó a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de Palma, y a los 16 años se instaló en Barcelona, donde sobrevivió vendiendo camisetas serigrafiadas y hachís. Inició estudios de Bellas Artes en la Escuela de Barcelona, pero los abandonó porque "era horrorosa, no me interesaba nada". Sus primeros trabajos los expuso en la galería Cuatro Gatos de la Ciudad Condal, famosa porque en ella se inician los pintores jóvenes.
Su primera exposición individual se celebró en el Museo de Arte de Palma, y María Corral le invitó a participar en la exposición de pintura española llamada "Otras figuraciones", que tuvo lugar en Madrid a principios de los ochenta. El reconocimiento internacional le llegó tras su participación en la Bienal de Sao Paulo (Brasil) de 1981, con obras que reflejaban influencias del neoexpresionismo alemán y la transvanguardia italiana, y en la Documenta de Kassel (Alemania) de 1982.
Tras la exposición de Kassel, su fama fue en aumento. Realizó numerosas exposiciones tanto en España como en el extranjero y sus cuadros pasaron a ser demandados por los principales museos y galerías de Europa y Estados Unidos. En 1983 se trasladó a París con el fin de preparar una exposición individual en la galería Lambert. Seleccionado en 1985 para la Bienal de París, un año después recibió el premio nacional de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura. Tras residir varios años en la capital francesa, en 1986 se trasladó a Nueva York, donde expuso por primera vez en la prestigiosa Galería Leo Casteli.
Viajero incansable, en 1988 se fue a Malí, con su amigo Mariscal, donde permaneció hasta julio del mismo, y allí abrió uno de sus talleres, además de en Palma, Roma, París y Nueva York. La luz y las sombras del continente africano influyeron en las obras de Barceló, que en 1992 llevó a Moscú una exposición de 22 piezas con sus impresiones de Malí, la primera que realizó en la capital rusa un artista español de su categoría. Las muestras dedicadas a Barceló se han sucedido a lo largo de los años, y en 1999 el Reina Sofía le dedicó la primera retrospectiva de su obra sobre papel.
La obra de Barceló, que actualmente está inmerso en los trabajos de la Catedral de Palma cuya Capilla de Sant Pere está cubriendo con un revestimiento modelado en terracota, está presente en colecciones y museos de todo el mundo y ha sido merecedor de numerosos galardones. Ya en el año 1999 fue finalista del premio logrado este jueves. Aunque Miquel Barceló estuviera vinculado desde un principio al arte conceptual y al informalismo, analizando la descomposición de la materia orgánica, en lo que serían sus primeras "vanitas", la pintura siempre ha sido para él una constante enfermiza, "mi obsesión por practicar la pintura todos los días". Y lo hace a diario, como Picasso, aunque él se confiesa un ocioso porque de la pintura ha hecho su constante natural y para él ponerse con los pinceles es como levantarse por la mañana a ver el mar, un acto cotidiano y fácil. "La pintura es el barro que remuevo con un palo".
Interesado y admirador de los pintores que le han precedido en la historia y continuador de su tradición pictórica, vive la pintura como una necesidad biológica y psíquica. "Uno pinta porque la vida no es suficiente". En su obra están presentes artistas del XVII y del XIX, muestra un gusto barroco por las líneas curvas, por los efectos del color, el dramatismo, el lujo de pintar, el exhibicionismo técnico. Barceló, gran técnico y artista completo, maneja con soltura todas las técnicas, el óleo, el acrílico, el grabado, el dibujo, la acuarela, el guache, la escultura, la cerámica.
Su obra refleja, desde un primer momento, un notable interés por los motivos procedentes de la naturaleza, tanto terrestre como marítima, tratados desde una paleta densa, espesa, que ha ejercido gran influencia entre sus colegas más jóvenes. La pintura para el artista catalán es, además de una necesidad, transformación y magia. "La pintura es alquimia: la carne se transforma en materia", y esa manera de transformación la hace de modo diferente a los demás, creando su lenguaje propio, muy reconocible. Su encuentro con la cerámica es un encuentro antropológico. Descubre el barro analizando la sociedad que le rodea en Malí, donde sus habitantes tienen en la cerámica su expresión plástica y mágica. Aprende las técnicas de los artesanos del país.
En cuanto al grabado, para Barceló tiene la misma importancia que la escultura, la cerámica o la pintura. Si en sus esculturas intenta recrear sus objetos pintados en tres dimensiones, en el grabado hace todo lo posible para diferenciarse de sus otras disciplinas. Otra de las características de la prolífica obra de Barceló es su nexo con la literatura. Es autor de los prólogos de sus catálogos y de lo cuadernos de dibujos, donde reflexiona sobre el arte en general y el proceso de creación de su obra en particular.
Su primera exposición individual se celebró en el Museo de Arte de Palma, y María Corral le invitó a participar en la exposición de pintura española llamada "Otras figuraciones", que tuvo lugar en Madrid a principios de los ochenta. El reconocimiento internacional le llegó tras su participación en la Bienal de Sao Paulo (Brasil) de 1981, con obras que reflejaban influencias del neoexpresionismo alemán y la transvanguardia italiana, y en la Documenta de Kassel (Alemania) de 1982.
Tras la exposición de Kassel, su fama fue en aumento. Realizó numerosas exposiciones tanto en España como en el extranjero y sus cuadros pasaron a ser demandados por los principales museos y galerías de Europa y Estados Unidos. En 1983 se trasladó a París con el fin de preparar una exposición individual en la galería Lambert. Seleccionado en 1985 para la Bienal de París, un año después recibió el premio nacional de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura. Tras residir varios años en la capital francesa, en 1986 se trasladó a Nueva York, donde expuso por primera vez en la prestigiosa Galería Leo Casteli.
Viajero incansable, en 1988 se fue a Malí, con su amigo Mariscal, donde permaneció hasta julio del mismo, y allí abrió uno de sus talleres, además de en Palma, Roma, París y Nueva York. La luz y las sombras del continente africano influyeron en las obras de Barceló, que en 1992 llevó a Moscú una exposición de 22 piezas con sus impresiones de Malí, la primera que realizó en la capital rusa un artista español de su categoría. Las muestras dedicadas a Barceló se han sucedido a lo largo de los años, y en 1999 el Reina Sofía le dedicó la primera retrospectiva de su obra sobre papel.
La obra de Barceló, que actualmente está inmerso en los trabajos de la Catedral de Palma cuya Capilla de Sant Pere está cubriendo con un revestimiento modelado en terracota, está presente en colecciones y museos de todo el mundo y ha sido merecedor de numerosos galardones. Ya en el año 1999 fue finalista del premio logrado este jueves. Aunque Miquel Barceló estuviera vinculado desde un principio al arte conceptual y al informalismo, analizando la descomposición de la materia orgánica, en lo que serían sus primeras "vanitas", la pintura siempre ha sido para él una constante enfermiza, "mi obsesión por practicar la pintura todos los días". Y lo hace a diario, como Picasso, aunque él se confiesa un ocioso porque de la pintura ha hecho su constante natural y para él ponerse con los pinceles es como levantarse por la mañana a ver el mar, un acto cotidiano y fácil. "La pintura es el barro que remuevo con un palo".
Interesado y admirador de los pintores que le han precedido en la historia y continuador de su tradición pictórica, vive la pintura como una necesidad biológica y psíquica. "Uno pinta porque la vida no es suficiente". En su obra están presentes artistas del XVII y del XIX, muestra un gusto barroco por las líneas curvas, por los efectos del color, el dramatismo, el lujo de pintar, el exhibicionismo técnico. Barceló, gran técnico y artista completo, maneja con soltura todas las técnicas, el óleo, el acrílico, el grabado, el dibujo, la acuarela, el guache, la escultura, la cerámica.
Su obra refleja, desde un primer momento, un notable interés por los motivos procedentes de la naturaleza, tanto terrestre como marítima, tratados desde una paleta densa, espesa, que ha ejercido gran influencia entre sus colegas más jóvenes. La pintura para el artista catalán es, además de una necesidad, transformación y magia. "La pintura es alquimia: la carne se transforma en materia", y esa manera de transformación la hace de modo diferente a los demás, creando su lenguaje propio, muy reconocible. Su encuentro con la cerámica es un encuentro antropológico. Descubre el barro analizando la sociedad que le rodea en Malí, donde sus habitantes tienen en la cerámica su expresión plástica y mágica. Aprende las técnicas de los artesanos del país.
En cuanto al grabado, para Barceló tiene la misma importancia que la escultura, la cerámica o la pintura. Si en sus esculturas intenta recrear sus objetos pintados en tres dimensiones, en el grabado hace todo lo posible para diferenciarse de sus otras disciplinas. Otra de las características de la prolífica obra de Barceló es su nexo con la literatura. Es autor de los prólogos de sus catálogos y de lo cuadernos de dibujos, donde reflexiona sobre el arte en general y el proceso de creación de su obra en particular.