En un artículo en la revista El Siglo recogido por Europa Press, Benegas advierte a sus compañeros de filas que, "con todos los problemas" derivados de la crisis económica, tal vez no sea "el momento adecuado para abrir un frente de confrontación con los ciudadanos y con determinados sectores como el de la hostelería, que se pueden ver económicamente perjudicados".
El parlamentario vasco, que se declara fumador –que lo ha dejado dos veces y lo volverá a intentar-- empieza por alertar de "las derivas paternalistas del socialismo democrático cuando pretende invadir la esfera de lo privado" porque pueden convertir "una ideología profundamente liberadora" en "un catálogo de prohibiciones de conductas que no son delictivas".
Y sobre el motivo de fondo de las leyes antitabaco, combatir las enfermedades pulmonares, sostiene que la causa de que aumente el cáncer de pulmón entre los no fumadores hay que buscarla en la contaminación de la ciudades, no en el tabaco. Benegas se remite a un experimento japonés según el cual una colonia de ratones que vivían en Tokio terminaron con los pulmones mucho más negros que los residentes en la montaña después de que a ambos grupos se les suministrara la misma cantidad de humo de tabaco durante el mismo tiempo.
"Una persona que no quiere ser fumador pasivo, lo cual me parece perfecto, debería preocuparte, por su bien, con el mismo ahínco, por ejemplo, por la contaminación de una ciudad como Madrid", apunta el diputado. A su juicio, está claro que hay que garantizar a los no fumadores que, si no lo desean, no se verán afectados por el humo, pero hacerlo compatible con "la libertad para fumar sin daño para terceros" y, además, emprender campañas institucionales, como las que pretenden prevenir los accidentes de tráfico, para convencer a los fumadores de que dejen el tabaco.
Según Benegas, la solución "correcta" es la que se ha aplicado en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, donde hay puntos de fumadores cerrados, a modo de jaula, para los fumadores. Ese es el modelo que se debe seguir, opina, y no el de la estación de Atocha de Madrid, donde no se puede fumar en ningún sitio y, como consecuencia de ello, los servicios se han convertido en "verdaderos fumaderos".
En su texto, apela incluso a la idiosincrasia patria para defender que se permita fumar en algunos espacios: "Se imaginan ustedes en España una despedida de solteros, una boda, una buena sobremesa conversando, una corrida de toros --ahora hay plazas cerradas-- sin poder purear o fumar un cigarrillo?? Empezaríamos a ser otro pueblo, quizás más virtuoso, pero menos interesante", opina.