L D (EFE) El Sumo Pontífice fue claro en su mensaje de una Iglesia como medio: "Todos necesitamos la paz universal y la Iglesia tiene no sólo que anunciarla sino, más aún, ser señal e instrumento". Benedicto XVI dedicó la parte central de su homilía a pedir la "paz y reconciliación entre todos los que habitan la tierra, llamada Santa por cristianos, judíos y musulmanes".
Asimismo, deseó que se pueda cumplir la profecía de Isaías que decía "que ningún pueblo levantará la espada contra otro y no se ejercitará nunca más el arte de la guerra". La homilía sirvió de nuevo al Papa para pedir "que se llegue a la plena comunión y concordia entre todos los cristianos".
El Pontífice también recordó al sacerdote romano Andrea Santoro, asesinado en febrero de este año en Estambul, cuando un musulmán le disparó en el interior de su parroquia.
La casa de María
La Misa se celebró en el santuario mariano "Meryem Ana Evi" (Casa de María), "uno de los más queridos por la comunidad cristiana", recordó el Papa, ya que según la tradición la Virgen María vivió y murió en este lugar. Un santuario dedicado a la Virgen, que como el mismo Pontífice recordó también veneran los musulmanes (existen 40 citas en el Corán sobre María), y que cada año recibe cerca de tres millones de peregrinos.
Efeso es una ciudad muy unida a la tradición cristiana y el Papa lo recalcó en su homilía, hablando de San Juan y de San Pablo que se establecieron aquí para llevar a cabo su tarea evangelizadora.
El Papa Benedicto XVI se convirtió este miércoles en el tercer Pontífice que ha visitado la "Casa de María" construida sobre las ruinas de la residencia que ocupó la Virgen María durante su permanencia en Éfeso (centro-oeste de Turquía), después de la muerte de Jesús. Los historiadores de las religiones reconocen que la ciudad de Efeso ha sido desde la antigüedad un lugar de culto de la "Gran Madre". Los griegos mantenían en la misma zona el culto a Artemisa.