LD (Efe) En su discurso a los obispos de Brasil, Benedicto XVI destacó por primera vez la fuga de católicos a sectas religiosas en América Latina y reconoció la fuerza secular de las sociedades modernas al afirmar que "la vida social está atravesando momento de confusión desconcertante".
"El matrimonio y la familia son atacados impunemente; se justifican delitos contra la vida en nombre de las libertades individuales; se atenta contra la dignidad del ser humano, y se difunde la herida del divorcio y de las uniones libres", denunció el Papa.
Ante el diagnóstico preocupante para la Iglesia, Benedicto XVI se mostró inflexible en cuanto a la interpretación de la doctrina y los principios de la Iglesia.
El Papa se refirió al celibato afirmando que constituye "un don que la Iglesia quiere conservar, convencida de que es bueno para ella y para el mundo" y reiteró una implícita negativa a la homosexualidad en el sacerdocio, mientras que apoyó firmemente la confesión individual.
"Un buen y asiduo acompañamiento espiritual es indispensable para la maduración y evita el riesgo de desviaciones en el campo de la sexualidad", aseguró.
Criticó también los movimientos reformistas dentro de la propia Iglesia, y dejó claro, en lo que respecta a la liturgia, que hay que aplicar correctamente lo aprobado por el Concilio Vaticano II, "para devolverle su carácter sagrado".
"Tenemos que ser fieles servidores de la Palabra, sin visión simplificadora, ni confusiones. No basta observar la realidad a partir de la fe, es necesario trabajar con el Evangelio en la mano y anclados en la auténtica herencia de la Tradición Apostólica, sin interpretaciones motivadas por ideologías racionalistas", dijo.
En estas palabras vieron los observadores su "respuesta" a la Teología de la Liberación, que persiguió durante su etapa de cardenal al frente del ex Santo Oficio.
"El matrimonio y la familia son atacados impunemente; se justifican delitos contra la vida en nombre de las libertades individuales; se atenta contra la dignidad del ser humano, y se difunde la herida del divorcio y de las uniones libres", denunció el Papa.
Ante el diagnóstico preocupante para la Iglesia, Benedicto XVI se mostró inflexible en cuanto a la interpretación de la doctrina y los principios de la Iglesia.
El Papa se refirió al celibato afirmando que constituye "un don que la Iglesia quiere conservar, convencida de que es bueno para ella y para el mundo" y reiteró una implícita negativa a la homosexualidad en el sacerdocio, mientras que apoyó firmemente la confesión individual.
"Un buen y asiduo acompañamiento espiritual es indispensable para la maduración y evita el riesgo de desviaciones en el campo de la sexualidad", aseguró.
Criticó también los movimientos reformistas dentro de la propia Iglesia, y dejó claro, en lo que respecta a la liturgia, que hay que aplicar correctamente lo aprobado por el Concilio Vaticano II, "para devolverle su carácter sagrado".
"Tenemos que ser fieles servidores de la Palabra, sin visión simplificadora, ni confusiones. No basta observar la realidad a partir de la fe, es necesario trabajar con el Evangelio en la mano y anclados en la auténtica herencia de la Tradición Apostólica, sin interpretaciones motivadas por ideologías racionalistas", dijo.
En estas palabras vieron los observadores su "respuesta" a la Teología de la Liberación, que persiguió durante su etapa de cardenal al frente del ex Santo Oficio.
Una "cara humana y solidaria a la economía"
Joseph Ratzinger se refirió asimismo a la situación de Brasil y dijo que sufre subdesarrollo y que prueba de ello es "el vasto número de personas que viven en condiciones de indigencia" y la desigualdad en la distribución de la renta.
Por ello, pidió a la clase política y económica que den una cara humana y solidaria a la economía y les exigió honradez.
Horas antes de este discurso, el pontífice celebraba una misa que constituía el capítulo más popular de su visita, ya que el fraile canonizado es venerado por miles de católicos brasileños, muchos de los cuales creen en su poder milagroso.
La visita ha permitido a algunos grupos presentar sus reivindicaciones, unas de carácter religioso y otras de tono más secular.
Un grupo de venezolanos aprovechó la misa de canonización para pedir que se acelere el proceso de beatificación del médico José Gregoría Hernández, a quien se atribuyen milagros, no probados por la Iglesia, en su país y en Colombia.
Este viernes se informó de que el pontífice ha recibido cartas con denuncias sobre los graves problemas que amenazan a indios y campesinos en el país, y la injusta distribución de tierras.
Una de ellas, escrita por la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), asegura que la "realidad" de los indios en el país está plagada de persecuciones, invasiones de tierras, asesinatos, epidemias y hasta la esterilización de sus mujeres.
Otra fue del Colegio de Abogados de Brasil, que asegura que la grave situación en el campo brasileño "hiere los principios cristianos elementales de solidaridad" y denuncia que la reforma agraria aún no ha salido del papel en Brasil, algo "inconcebible" en un país con tantos trabajadores agrícolas desempleados y sin tierra, ni medios para sustentar a sus familias..
Tras los actos públicos, el Papa marchó a Aparecida, a 170 kilómetros, donde el sábado visitará un centro de reinserción de drogadictos y alcohólicos vinculado a la Iglesia católica, y el domingo inaugurará el domingo la V Asamblea general del Celam.
Joseph Ratzinger se refirió asimismo a la situación de Brasil y dijo que sufre subdesarrollo y que prueba de ello es "el vasto número de personas que viven en condiciones de indigencia" y la desigualdad en la distribución de la renta.
Por ello, pidió a la clase política y económica que den una cara humana y solidaria a la economía y les exigió honradez.
Horas antes de este discurso, el pontífice celebraba una misa que constituía el capítulo más popular de su visita, ya que el fraile canonizado es venerado por miles de católicos brasileños, muchos de los cuales creen en su poder milagroso.
La visita ha permitido a algunos grupos presentar sus reivindicaciones, unas de carácter religioso y otras de tono más secular.
Un grupo de venezolanos aprovechó la misa de canonización para pedir que se acelere el proceso de beatificación del médico José Gregoría Hernández, a quien se atribuyen milagros, no probados por la Iglesia, en su país y en Colombia.
Este viernes se informó de que el pontífice ha recibido cartas con denuncias sobre los graves problemas que amenazan a indios y campesinos en el país, y la injusta distribución de tierras.
Una de ellas, escrita por la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), asegura que la "realidad" de los indios en el país está plagada de persecuciones, invasiones de tierras, asesinatos, epidemias y hasta la esterilización de sus mujeres.
Otra fue del Colegio de Abogados de Brasil, que asegura que la grave situación en el campo brasileño "hiere los principios cristianos elementales de solidaridad" y denuncia que la reforma agraria aún no ha salido del papel en Brasil, algo "inconcebible" en un país con tantos trabajadores agrícolas desempleados y sin tierra, ni medios para sustentar a sus familias..
Tras los actos públicos, el Papa marchó a Aparecida, a 170 kilómetros, donde el sábado visitará un centro de reinserción de drogadictos y alcohólicos vinculado a la Iglesia católica, y el domingo inaugurará el domingo la V Asamblea general del Celam.