L D (EFE) Cuando se le preguntó qué cree que pudo haber pasado, no tiene idea de quién o por qué apareció munición en su maleta y, por tanto, desconoce si se lo metieron en el hotel o en el aeropuerto, en el que la retuvieron cuando regresaba de su viaje de novios en Cancún. Tantas vueltas le dio al asunto, dijo, que hasta llegó a pensar en situaciones como el momento en que un estadounidense les miró "de forma rara" tras salpicarle al tirarse a la piscina, cuando en el proceso le preguntaron si había tenido problemas con alguien.
Ana María Ríos apuntó que lo que comenta "todo el mundo" es que quizá fue "una maniobra de despiste". No le ve otra explicación porque "si no, no tiene sentido: lo que me metieron en la maleta no tiene coordinación entre sí", ya que son balas de distinto calibre, y el artefacto encontrado nadie sabía lo que era: "una cosa rarísima".
Además, Ana María considera que a cualquier persona le pudo suceder lo que a ella, pero "ni por la cabeza" se le había pasado que le podría ocurrir, por lo que no tomó precauciones y su maleta iba sin candado y con "las cremalleras abiertas a todo el mundo". También reveló que facturó sus maletas con una pareja a la que conocieron en el aeropuerto, por lo que estos tampoco pudieron tomar el vuelo y debieron permanecer en México dos días más.
Lo peor de su experiencia, afirmó Ana María, fueron los dos primeros días en que permaneció en una celda, ya que luego llegó a Cancún su madre y un primo y ya se vio más apoyada. En los 12 días que tuvo que permanecer en México siempre ha sido bien tratada, aunque las primeras 48 horas, estuvo en un lugar "no muy agradable", un calabozo del que llevó a "contar los pasos que tenía: 18 pies de largo y siete de ancho, con una cama de piedra" sin nada para abrigarse y sin luz.
Lo que más duro le costó fue ver "que tú gritabas la verdad desde el primer momento y parecía que nadie escuchaba". Ella, que se considera una persona fuerte, también dijo que sufrió por lo que podrían estar padeciendo su padre y su hermana en Galicia. Sobre el buen trato recibido, Ana María consideró que lo ha logrado el Gobierno español. "Me consta que si llega a ser una persona de otro país el Consulado no se hubiera volcado como se volcaron conmigo", e insistió en que es "asombroso" cómo trabaja el cuerpo diplomático "con sus ciudadanos: impresionante", dijo.
Si no se arregla todo antes, tendría que volver antes de 45 días, pero "hay sospechas e indicios de que para la semana tal vez quede todo arreglado..y la próxima vez que vuelva volveré, sin maletas, pero de vacaciones", bromeó. "Me pasó lo que me pasó, pero me trataron muy bien...dejo allí a mis tres mosqueteros", como llamó a su abogado y a los dos miembros del cuerpo consular que la ayudaron en todo momento, dijo. "Cuando me despedí de ellos lloré".