Durante su más de medio siglo de historia el entorno de ETA ha obtenido la simpatía de un sector de los sacerdotes y religiosos vascos, aunque con los años han ido a menos y han pasado de obtener cierta complacencia de los obispos a tenerlos enfrente de manera firme.
Sin embargo, los sacerdotes del entorno de la banda siempre han estado al servicio de la causa. Y aún siguen para lo que sea menester. La reciente excarcelación del etarra Bolinaga ha vuelto a poner de manifiesto la labor de algunos de estos religiosos que comparten la ideología marxista-leninista de la banda, la cual pretenden aplicar a una utópica "iglesia de Euskal Herria".
Este pasado miércoles se produjo una marcha en apoyo a los reclusos de ETA que tenía como fin la excarcelación de catorce terroristas enfermos. La marcha original fue prohibida por la Audiencia Nacional y a última hora fue sustituida por otra. Y ahí estaba el auxilio necesario. Fue encabezada por un fraile franciscano de 70 años.
Un franciscano, a la cabeza
Paulo Aguirrebalzategi es un teólogo y experto en lengua vasca que se prestó a hacer el trabajo sucio. Tras ser identificado por la Ertzaintza pudo proseguir su particular marcha hasta ser recibido junto con sus compañeros de viaje por el alcalde de San Sebastián, perteneciente a Bildu.
Como este franciscano hay otros que se han prestado a colaborar en las marchas o incluso a convocarlas. Otros han ido más allá e incluso han sido detenidos y condenados por colaborar con ETA. Los ha habido y los hay de todos los pelajes: sacerdotes diocesanos y de órdenes religiosas, especialmente jesuitas y franciscanos.
Número cada vez menor
Pero sí hay una cosa clara. Cada vez son menos. Casi todos rondan los setenta años o incluso los superan. Y el número decrece sobre todo por una cuestión biológica. La edad no perdona y apenas quedan sacerdotes "jóvenes" de tendencia tan cercana a ETA.
(Martín Garitano, en el santuario de Loyola)
También esto tiene su explicación. Cuando ETA inició sus acciones terroristas tuvo el apoyo de ciertas bases cristianas, que veían un elemento romántico en el papel de ETA y todo pese a la tendencia marxista de la banda, ideología que también se introdujo en el interior de la Iglesia Católica tras el Concilio Vaticano II. Los actuales cachorros de ETA y jóvenes simpatizantes de la banda responden a estas ideas socialistas pero no queda nada del elemento religioso y no son creyentes. Tienen incluso un odio furibundo a la Iglesia, lo que hace que en este sector no haya vocaciones.
En medio del erial de vocaciones y de la diminuta práctica religiosa en el País Vasco, sí que se encuentran sacerdotes nacionalistas pero no de tan descarada complacencia hacia el terrorismo. El reducto de "curas batasunos" que queda está unido en distintos grupos, que son ya prácticamente residuales. Su momento pasó aunque siguen haciéndose notar ante un escenario político que les es más favorable que nunca.
Y de nuevo el caso Bolinaga puso en relieve a estos grupos de "cristianos", que autodenominados "críticos" no dejan de dar una importancia mucho mayor a sus ideas independentistas que a las enseñanzas del Evangelio.
De este modo, no ha sido extraño ver cómo estos sacerdotes y cristianos de esta corriente se manifestaban a las puertas de la catedral de San Sebastián pidiendo la libertad del sanguinario etarra. Todos ellos formaban parte de las Comunidades Cristianas Populares, Herria 2000 Eliza y la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria.
Pocos pero ruidosos son los que forman la agrupación Eliza Herrian. Así se definen ellos mismos:
"Creemos y queremos una Iglesia que nace en las entrañas del pueblo fecundado por el aliento del Espíritu y asume, por tanto, la identidad de Euskal Herria, su lengua, su cultura, sus expresiones y alma popular. Las aspiraciones y luchas por conseguir un Pueblo libre y soberano en una paz justa dentro del reconocimiento pleno de todos sus derechos, en solidaridad liberadora con todos los pueblos de la tierra, constituyen un signo histórico y actual que debe ser leído e interpretado, desde el evangelio, como signo de los tiempos".
(Miembros de Eliza Herrian durante una reunión. Foto-Eliza Herrian)
Las justificaciones morales del terrorismo
Mención aparte merece uno de estos grupos. La Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria representa menos de un diez por ciento de los sacerdotes vascos y son, sin duda, los más radicales. Éstos pretenden dar cobertura intelectual y una ficticia base religiosa a la independencia. Y en distintas ocasiones la condena del terrorismo tampoco ha aparecido entre sus prioridades. Sin embargo, sí abogan por "un Pueblo Vasco liberado de toda opresión y en plenitud de desarrollo de su específica y original personalidad en sus diversos aspectos (político, cultural, étnico, histórico,etc)".
En este sentido, este grupo ha llegado a justificar el terrorismo etarra. En 2002 aseguraban que "el camino violento es un mal menor integrable en el proceso cristiano de liberación". ¿Cómo se justifica esto? Para los sacerdotes probatasunos "no pueden condenarse todas las violencias por igual vengan de donde vengan. No es lo mismo ni tiene la misma gravedad la violencia agresora que la violencia defensiva y, en consecuencia, su valoración ética no puede ser tampoco la misma". Estos son los argumentos éticos y morales que ETA coge de ‘sus’ teólogos.
En este punto aparece otro nombre: Félix Placer. Sacerdote de más de 75 años y profesor durante años en el Seminario de Vitoria, es habitual columnista de Gara. Ha sido uno de los principales exponentes de dicho grupo y ya tuvo que responder ante el juez Pedraz el pasado año por convocar una marcha proetarra en Bilbao que congregó a miles de personas. De nuevo, un sacerdote servía de instrumento de apoyo a la banda
En un reciente escrito, Placer aseguraba que "será imposible una verdadera reconciliación si uno de los términos no es reconocido en su plena expresión y ejercicio de sus derechos". Además, también intentaba dar argumentos a los que buscan la independencia afirmando que es "una apuesta ética, evangélica y eclesial por la paz". Por ello, no extraña que pusiera el ejemplo de José María Setién como "el obispo vasco que más ha incidido en la reflexión ético-política sobre esta temática".
Detenidos y condenados
Pero no sólo hay sacerdotes que han proporcionado unos argumentos o pseudoargumentos al entorno cercano a ETA sino que los hay que han dado un paso más allá colaborando con ellos hasta llegar a ser detenidos y hasta condenados.
Ejemplo de ellos es el jesuita de Loyola Txema Auzmendi, detenido por la Guardia Civil en la casa que la orden tiene en este santuario por su presunta vinculación con ETA. Este religioso era miembro del Consejo de Redacción de Egunkaria e hizo suyas las tesis etarras al denunciar torturas por parte de la Guardia Civil. Pero tal y como ha podido saber Libertad Digital, los agentes no sólo no torturaron a este fraile sino que permitieron incluso que el jesuita detenido pudiera rezar durante un momento en la capilla antes de ser trasladado a dependencias del Instituto Armado. Además, acusaba a los guardias de representar a Goliat frente a los vascos, representados por David.
Los jesuitas siempre han tenido un papel importante en la historia de ETA, desde la utilización de sus casas para celebrar sus primeras asambleas hasta el comunicado del superior de la orden en el País Vasco, donde aprovechando el cese de la violencia de ETA denunciaba la "incompresión" ante su histórica complacencia con la banda terrorista.
También los hay aún activos como José Ramón Treviño, sacerdote guipuzcoano detenido y condenado en 1992 cuando era arcipreste en Irún por cobijar a dos etarras que acababan de cometer tres asesinatos en Cantabria. Nunca pidió perdón por sus actos y tras cumplir condena se incorporó bajo el mandato de Setién a la delegación de Cáritas. Ahora es uno de los más firmes detractores del obispo Munilla.
Ya sin complacencia episcopal
Quedan pocos de los denominados "curas batasunos" pero además se han de enfrentar a una jerarquía que no es ni la sombra de lo que fue cuando estos grupos vivían sus momentos más dulces. Los Setién y en menor medida Uriarte han dejado paso a obispos jóvenes y sin complejos, como José Ignacio Munilla.
El nuevo obispo de San Sebastián dedicó sus primeras palabras a las víctimas del terrorismo y reconoció los errores y feos que sacerdotes vascos habían provocado a los familiares de las personas asesinadas por ETA. Atrás quedan las palabras de Setién a María San Gil que le decía que "donde está escrito que hay que querer a todos los hijos por igual". Ahora resuenan en la catedral del Buen Pastor las homilías de Munilla afirmando que "las víctimas del terrorismo merecen un trato y mimo especial".