La escritora Rosa Regás no tiene ninguna intención de rectificar, tras la polémica surgida por artículo en elmundo.es a propósito de la Ley del aborto que excluirá el supuesto de la malformación del feto.
Con sus palabras, la autora de La Canción de Dorotea, cosechó muchas críticas, especialmente por referirse a los niños con malformación como "monstruos". "Que sea el señor Ruiz Gallardón el que tenga que decidir si una mujer ha de dar a luz un monstruo todavía me parece más aberrante", aseguró.
Regás le solicitaba al ministro de Justicia que diera marcha atrás en la modificación de la ley que nos devolvía a las "cavernas": "Señor Ministro, ¿no le parece que antes de dar vida a los monstruos debería ocuparse de que no se resquebrajara la dignidad de los vivos, y defender para ellos trabajo, vivienda, educación y sanidad?".
Entre las muchas voces que criticaron a la escritora por deshacerse en esos descalificativos, destacó la de Andrés Aberasturi, padre de un niño con discapacidad, que dijo que la escritora estaba muy cercana a la "ideología nazi" con este tipo de planteamientos.
Este lunes, Rosa Regás ha vuelto a publicar en su blog de elmundo.es, explicando el porqué usó ese calificativo y no otro para los niños con discapacidad. Básicamente, se justifica citando la definición de ‘mounstro’ del Diccionario: "Monstruo, ser que tiene alguna anormalidad muy notable y fea".
Además, la escritora cuenta su experiencia personal en este aspecto, narrando un episodio de su vida, cuando estaba en la recta final de su embarazo, a un mes y medio de dar a luz. Entonces, descubrió en una publicación francesa que se estaban produciendo nacimientos de niños con una "anomalía congénita que consistía en la falta de las extremidades, es decir, con las manos surgiendo directamente de los hombros, sin brazos ni antebrazos". El motivo era la ingesta de un fármaco por parte del padre o de la madre, La Talidomina. Rosa Regás descubrió que ese era precisamente el medicamento que ella tomaba para conseguir dormir, y explica la "angustia" que le produjo que su hijo pudiera nacer con las mencionadas malformaciones.
"Me quedaba más o menos un mes y medio para el parto así que no había forma de pensar en un aborto que por otra parte no habría sabido por donde moverme: en aquellos años la cuestión nunca me había preocupado ni a mí ni a las personas de mi conservador entorno, y menos aún se me había ocurrido pensar en él como uno de los ineludibles derechos que debía conseguir la mujer", explica.
Finalmente, tuvo a su hijo, que nació sano y sin ninguna complicación. Dice Regás que al verle, "Su presencia logró trasmutar la memoria de aquel parto que había temido como el mayor de los peligros que se cernía sobre mi vida, pero me ha dejado incólume la conciencia del dolor de tantas mujeres que no tuvieron la suerte que a mí me otorgó el azar en un asunto que los franceses resolvieron hace tanto tiempo y que nosotros, los españoles, teníamos también resuelto pero que hoy, con el pretexto de unos principios morales que ni siquiera pueden afianzarse, como pretende el Ministro, en conocimientos científicos, amenaza con devolvernos a la edad de las cavernas", concluye.