A partir de ahora, que les sirva de lección.
Si con la Ley Orgánica de Protección de Datos se obliga a todos los trabajadores de las empresas afectadas a firmar cláusulas de confidencialidad, y a establecer "barreras" para proteger los datos sensibles, con mayor razón debería de estar controlado quién tiene acceso a las habitaciones donde se guardan obras de arte de incalculable valor.
Me parece muy grave que la Catedral de Santiago no controle a quién se contrata, quién accede a según qué sitios, quién tiene llaves, y que, en lugar de una plantilla de trabajadores o unos servicios externos "serios", tenga a Pepe Gotera y Otilio, o a Benito y Compañía, circulando libremente por las instalaciones. Esta vez ha salido bien, pero en otra ocasión podría haber menos suerte.
La verdad sea dicha, este caso parece que lo ha investigado Torrente. Que semejante chapuza de robo con un ladrón tan peculiar no haya sido descubierto antes, eso demuestra la calidad de la investigación, o sea parece un caso de torrente,