Los agentes del Seprona de la Guardia Civil que hicieron el informe técnico sobre el incendio de Guadalajara de 2005 han asegurado este martes que los indicios evidenciaban que el fuego empezó en la zona de las barbacoas, en contra de lo manifestado el lunes por los tres excursionistas acusados.
El equipo de guardias civiles, formado por tres expertos, ha declarado este lunes en la Audiencia Provincial de Guadalajara en la segunda jornada del juicio sobre el incendio de La Riba de Saelices, en el que murieron once miembros de un retén y se quemaron casi 13.000 hectáreas. Los expertos han rechazado la teoría formulada por los acusados, que dijeron que el fuego no se inició en la zona de la barbacoa que estaban preparando en el paraje conocido como la Cueva de los Casares, sino en un campo de cereal situado a 40 metros.
En este sentido, los peritos han señalado que no encontraron ningún indicio en dicho campo de que pudiera haber sido el foco donde se inició el incendio, y consideran el campo de cereal como una "zona de evolución". Los agentes han relatado que el fuego no podía ser circular -tal y como sostuvieron el lunes los acusados- porque había viento, que no hallaron cristales en el campo que pudieran haber provocado un fuego y han rechazado la idea de que una pavesa volara desde una de las barbacoas a la zona de rastrojos.
A pesar de ello, a preguntas del abogado de la defensa, han reconocido que no llegaron a encontrar el método de ignición que prendió el fuego en la barbacoa, sin haber podido determinar si fue una brasa, una pavesa, un papel o una colilla.
Su testimonio ha contrastado la declaración prestada el lunes por los acusados y, en concreto con la de Marcelino H., el excursionista que se declaró responsable del control de la barbacoa.
La hipótesis del campo de cereal, desestimada desde 2005
En su investigación, que realizaron los días 17, 18 y 19 de julio de 2005, los peritos ya desestimaron la posibilidad de que el fuego comenzara en el campo de cereal y certificaron en su informe que, de acuerdo con las evidencias físicas dejadas por el fuego -quema de gravillas y grado de carbonización-, había una quema de salida en la zona de barbacoas.
"El fuego se abrió como una lengua buscando combustible", ha sostenido uno de los expertos, informa EFE, que ha añadido que el pasto y la hierba que había en la zona eran "inflamable al cien por cien".
Por su parte, uno de los auxiliares técnicos que participaron en la extinción, Dionisio López, ha ratificado la teoría de que el rastrojo "empujado por el fuerte viento" hizo que el fuego se expandiera muy rápido e hizo "imposible" que pudieran sofocarlo los excursionistas. "Las condiciones ese día eran gravísimas y no era un buen día para hacer una barbacoas", ha concluido López.