Cuando Marcel Duchamp encasquetó a la Historia del Arte su famoso urinario, el artista francés inició una verdadera revolución que todavía parece inagotable. En palabras de Manuel Borja-Villel, director de Reina Sofía, la renovación del museo, que ahora reabre la planta 4 de su pabellón de Sabatini, supone el regreso de los sorprendentes nuevos significados y usos que el arte adoptó a lo largo de una de las múltiples y más importantes fracturas del siglo XX, la Segunda Guerra Mundial y los nuevos realismos artísticos que generó.
Con su reapertura y bajo el nombre de ¿La guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido, el pabellón ampliado incorpora nuevas piezas –fruto de compras o depósitos- y reorganiza el relato de las ya existentes, creando un nuevo espacio que se acopla perfectamente al discurso del Reina Sofía, siempre cuidadoso a la hora de presentar una visión alternativa y diferente a la de las luchas del arte contemporáneo.
La presentación, en la que estuvo presente Manuel Borja-Villel, director del Museo, contó con invitados de excepción como los artistas Eduardo Arroyo, Luis Gordillo o Darío Villalba, así como los fotógrafos Carlos Pérez Siquier y Ramón Masats, dos leyendas vivas de la fotografía española. Precisamente Arroyo ha colaborado activamente en la incorporación de nuevas obras que ayuden a redefinir ese canon realista, y la suya propia sigue siendo pieza central de un pabellón dedicado a mostrar las distintas nuevas facetas de la búsqueda de autenticidad una vez el arte se liberó de la fidelidad visual.
Vivir o dejar morir: el final trágico de Marcel Duchamp (en el que el francés es torturado por artistas como el propio Arroyo y los coautores Aillaud y Recalcati) o la no menos irónica serie de los cuatro dictadores siguen dominando un recorrido del que también forma parte el comentario político y pop del Equipo Crónica.
Tanto como esto, lo primero que debería llamar la atención al visitante es el regreso de la exposición dedicada al fallecido José Val del Omar, artista de la indagación cinematográfica y responsable de los avances técnicos que se engloban bajo las siglas PLAT (Picto–Lumínica–Audio–Táctil). El valioso depósito de obras del granadino reivindica su figura como artista de culto mostrando sus experimentos con todo tipo de cámaras y formatos de película, mientras se asiste a proyecciones constantes de sus obras. También se presenta una fascinante reproducción, la de la casa-dormitorio donde el artista pasó sus últimos y ascéticos años, desde la muerte de su esposa hasta la suya propia.
Luis Gordillo, creador de los famosos esquizos, presentó sus Dibujos post-abstractos, una de sus obras más tempranas "realizada en una época de descreimiento personal", según el sevillano, y una muestra más de los nuevos realismos que destaca el museo. El existencialista Darío Villalba dio cuenta del realismo como espacio mental propio junto a obras de Francis Bacon, Diane Arbus, Kitaj y Philip Guston, y destacó la apuesta del museo por redefinir el realismo destacando sus corrientes más heterodoxas.
Otra novedad es la nueva sala dedicada a la fotografía neorrealista española de los 50 y 60. En este sentido, la presentación fue una oportunidad de oro para ver juntos a Ramón Masats y Carlos Pérez Siquier, dos de los pioneros en uno de los periodos más fértiles de esa disciplina en España, y tan interesados en bromear como en dar cuenta de sus obras. El nuevo espacio del que sus obras forman parte destacada está formado por una veintena de autores que abarcan todas las facetas del realismo, desde lo más documental hasta su fusión con lo abstracto.