A las diez de la noche, en el límite permitido por la delegación del Gobierno, la madrileña Puerta del Sol aparecía abarrotada de personas... pero no tanto. La masiva presencia policial, que estableció un sólido perímetro alrededor de la céntrica plaza, y la nutrida -pero no desbordante- afluencia de manifestantes, hacía del centro neurálgico de la capital un lugar transitable. Pasadas las once de la noche del sábado, ni asomo de desalojo ni de carga policial.
En la calle del Carmen y Preciados, que permiten bajar desde la plaza de Callao hasta Sol, circulaban con total comodidad los últimos clientes de los centros comerciales. Sólo a unos cincuenta metros para desembocar en Sol se empezaba a escuchar el rumor de los manifestantes y sus pitadas y cánticos esporádicos (“menos policía y más educación”; “el pueblo unido jamás será vencido”).
La Policía, finalmente, no ha desalojado la plaza una vez superado el plazo establecido, en una concentración que se ha desarrollado sin incidentes. Los indignados esperan poder llevar a cabo un minuto de silencio justo a media noche, durante el cual se ondearán pañuelos blancos "para que cese la violencia económica y las guerras".
En la plaza, mucho turista con la mochila, grupos conversando relativamente ajenos al motivo de la marcha e incluso algún que otro curioso. El núcleo duro de indignados, sin duda, es suficiente para llenar el epicentro de la plaza, pero la muchedumbre parece menos indignada según aumenta la distancia del mismo. La normalidad es la tónica la calle Arenal y aledaños. En Sol, a las diez de la noche del 12M, se puede caminar de esquina a esquina con facilidad.
Pancartas como “la voz del pueblo no es ilegal”; “No somos mercancía”; y las previsibles referencias al Rey (“recortes completos a reyes y clero”) y el expresidente de Bankia (“tranquilos, hay dinero para Rato”) se alzan con cierta desgana. Sobre los quioscos públicos y andamios de los comercios trepaban tantos fotógrafos como indignados. Una joven pregunta, entre extrañada e incrédula, dónde están las asambleas que prometían. Ningún útil de acampada a la vista, probablemente incautados por los agentes que cercaban la plaza.
En definitiva, las cuatro manifestaciones que en Madrid desembocaron en Sol apenas daban para llenar la plaza, haciendo del primer aniversario del fenómeno 15M un evento poco agitado.
Las manifestaciones se han celebrado en 80 ciudades españolas donde miles de indignados han abarrotado las plazas.