En un debate sobre la prensa celebrado en Cádiz hace tres días, el consejero delegado del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, sorprendía a propios y extraños con una opinión muy crítica con la prensa de papel, a la que desacreditaba en público, pese a ser el editor del diario El País. Máxime cuando Cebrián hasta hace bien poco se negaba a reconocer el cambio de paradigma que las nuevas tecnologías habían supuesto en los medios de comunicación.
Cebrián sentenciaba a la prensa de papel con una lapidaria frase: “Los diarios ya no vertebran la opinión pública”. El que fuera director de El País añadía que los periódicos “siguen teniendo un papel, pero ya no ese cuarto poder de los años cuarenta o cincuenta”. El tono de las ctíticas fue subiendo a medidad que avanzaba su intervención, y Cebrián aseguraba que “por un euro de inversión en internet se pierden 10 euros en la prensa tradicional” y que “los periódicos ya están muertos, el iPad e Internet acabarán con la prensa de papel como el automóvil acabó con las carretas a caballo”. Incluso llegó a decir que “cuando leo El País por la mañana no me interesa nada de lo que dice. Ya me conozco lo que dice”. Además, daba pistas de los planes de Prisa: “Las condiciones pactadas con los sindicatos en los años '90 son inasumibles en el momento actual”.
Este martes, dos días después, el comité de empresa de El País anunciaba que la empresa prepara un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que afectará a “un número importante” de empleados. En el periódico ya se habla de “macro-Ere”, que podría afectar a una parte sustancial de la plantilla. Además, según denuncia el comité de empresa, Prisa, que en sus distintos medios de comunicación se muestra muy crítico con la reforma laboral, pretende aprovecharse de ésta para reducir las indemnizaciones por despedido a 20 días.
La redacción se mueve entre el desasosiego y la indignación tras conocerse los planes de la empresa. La viñeta de El Roto de la edición de este miércoles, nada sutil, tiene un claro destinatario: Juan Luis Cebrián. En ella aparece un hombre con barba tumbado en un sofá contando un faje de billetes y sobre él se puede leer: “El papel no tiene futuro… ¡menos el de los billetes, claro!”