Toxo y Méndez, "paralizados" por el "miedo" en 'El País'
La prensa está preocupada por la melancolía sindical y Garzón se libra por los pelos.
"Huelga general, según esté el ánimo", titula El Mundo. Pues la verdad, chicos, está así, así. Los que aún trabajamos vamos tirandillo, pero vamos, un poco como ellos. Pero ¿qué les pasa a nuestros aguerridos sindicalistas? Se les ve mohínos, cabizbajos, mustios, alicaídos. Esto de ir con Rolex por la vida no les está sentando nada bien. Vamos a tener que llamar a los del metro de Madrid para animar el cotarro. Pedro J. les pincha un poco a ver si se despiertan. "La realidad es que UGT y CCOO no se atreven a plantear un paro general (...) porque temen encontrarse llevando una pancarta y que no haya nadie detrás de ellos. Ni siquiera los socialistas". Hombre, alguien irá. Están los liberados, y también los afiliados, y mira, Tomás Gómez, que ha prometido que allí estará.
Sobre la última peripecia judicial de Garzón, cuenta El Mundo que, para hacer las paces, invitó a cenar a Felipe González en Nueva York. "Una fría noche de diciembre de 2005 muy cerca de Central Park. Compartieron tapas y Ribera del Duero como cuando daban mítines juntos y el sumario de los GAL, con la misteriosa X en su cúspide, dormía en el juzgado". El exjuez se ha escapado vivo del caso de la "mordida" de Nueva York y Pedro J. no se lo perdona. Es "una pésima noticia para la justicia", ha quedado "patente el indigno papel de Garzón", aunque "lo esencial es que los ciudadanos no olviden la conducta de este exjuez prevadicador".
El País tampoco está contento pero por razones contrarias, como ya todo el mundo sabe. "El juez archiva la causa por cohecho, pero tilda a Garzón de delincuente" y "ataca su honorabilidad". "La prescripción puede resultar un alivio para Garzón, pero su efecto puede ser peor". A Prisa le van saliendo ya disidentes y Rosa Montero le echa una bronca a su periódico. "Una cosa es que uno esté en desacuerdo con el veredicto contra Garzón, pero acusar de manipulación bananera a esos siete jueces, que además proceden de distintas ideologías, lo encuentro desestabilizador y excesivo".
Miguel Ángel Aguilar tiene una teoría sobre el embotamiento de Méndez y Toxo. "Los sindicatos rehúsan embestir al primer trapo que les han ofrecido" porque hay "exceso de miedo paralizador (...) El poder y su orquesta mediática ha demostrado su extrema habilidad en la siembra del miedo". ¿Cómo? ¿que están asustados?, pero bueno, qué es eso, serán miedicas. Hala, a la calle ahora mismo.
En La Gaceta, Javier Quero tiene otra explicación. Se están "desperezando" porque "la hibernación que produce un gobierno socialista en estos mamíferos ha finalizado", vaya faena. "La subvención es el somnífero del sindicato", y claro, "han estado calladitos y calentitos, convenientemente untados" y "después de siete años de holganza, ahora toca huelga". Uy qué pereza, madre, ahora los entiendo.
En ABC, Tomás Cuesta aporta argumentos más técnicos. "La agitación requiere de un calentamiento previo, de la creación de un ambiente de mechas que la reforma laboral no proporciona", pero no hay que preocuparse, en un par de días lo habrán solucionado porque "la izquierda no repara en matices, no se demora en sutilezas y se acoge gustosa a la ley de la calle que es, hoy por hoy, más ancha que la que les ofrece el Parlamento". Menos mal, Tomás, menos mal, ya nos estábamos preocupando.
A La Razón le parece de rechupete la ñoñería de nuestros Méndez y Toxo llevando la reforma laboral al Constitucional en lugar de montarla en la calle. "Siempre es preferible que las discrepancias las dirima el alto tribunal a que se incendie la calle con falsos pretextos". Puaf, estos burgueses de derechas, siempre tan aburridos. Ely del Valle nos da su visión de este preocupante asunto. "No es cuestión de hacer un llamamiento a las masas para que las masas te respondan tururú". Bueno, visto así sería un marrón.
Pero el cabreo mayor lo tiene Público. "Los sindicatos amenazan con llevar la reforma al Constitucional", y mientras "los servicios jurídicos trabajan" se llevan a cabo asambleas "en los centros de trabajo" que quedan abiertos para calentar los ánimos. Vale, vale pero ¿y mi huelga?, parecen decir sus columnistas. Isaac Rosa les da un soplo de aliento. Se aproxima otra reforma que obligue "a ponerse en pie cuando entre el jefe". Eso pasará si "no somos capaces de montar una protesta a la altura de su ataque". Juan Carlos Escudier les chincha otro poquito. "Tanta ha sido su prudencia que han sustituido la declaración de guerra por un paseo por las calles este domingo" para "dar salida a su stock de banderolas". ¡Cobardicas, cobardicas....!
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