Una gran tarde de toros ofrecieron este domingo los españoles Julián López El Juli, con cuatro orejas, y José María Manzanares, con una, y los mexicanos José Mauricio, con otro trofeo, y Diego Silveti que no tocó pelo por pinchar, en la corrida del 66 aniversario de la inauguración de la Monumental Plaza México.
Los toreros han dado una demostración de cualidades. De maestro El Juli, la clase y madurez de Manzanares y la respuesta de los mexicanos José Mauricio en un momento importante y los destellos de Silveti.
Antes del festejo llovió, después el tiempo mejoró y al final se descompuso otra vez. Ante una entrada calculada en unas 35.000 personas, se lidiaron nueve toros, un sobrero en sustitución del sexto que se inutilizó, bien presentados, finos pero faltos de raza. Excepto el tercero, todos los demás fueron pitados en el arrastre.
El Juli estuvo brillante. El madrileño brindó las faenas del primero que tenía mucho peligro y del quinto que se negaba a colaborar. Una actuación de maestro, en que hizo gala de sitio, torería, valor, sitio y madurez. El primero lo cogió y pudo haberle hecho daño. El público reconoció esa lección que ofreció y pidió las dos orejas del primero y otras tantas del segundo, con la entrega total de los aficionados.
Manzanares reapareció tras las varias intervenciones en la mano izquierda. El alicantino estuvo muy bien con el segundo, sacándole muletazos estupendos para matar recibiendo de estocada y descabello. Fue premiado con una oreja. El sexto, que se inutilizó y fue sustituido por un sobrero, no dio opción a nada y Manzanares expuso y le sacó partido. Mató de estocada y escuchó cerrada ovación.
José Mauricio dio la respuesta a sus alternantes. Con el toro menos malo, enseñó que está en un momento importante. Faena que no desmereció y alcanzó un gran nivel de buena calidad. Mató de estocada y fue premiado con una oreja con petición de otra. El séptimo fue otro astado que no tenía un pase. Estuvo valiente, con deseos de triunfo. Mató pronto y escuchó una ovación de gala por parte del público.
Silveti, como sus compañeros, estuvo muy por encima de sus dos enemigos. El cuarto, manso y un tanto huidizo, terminó haciéndole una faena que fue creciendo. Una pena que lo pinchó, dos avisos y pese a ello escuchó gran ovación desde el tercio. El octavo, nada propicio, no embestía, arrollaba, y con el inconveniente del aire y una ligera lluvia. Le hizo un gran quite por gaoneras y otra labor que convenció. Mató de estocada y varios intentos de descabello para ser ovacionado.
Los subalternos Gustavo Campos, de la cuadrilla de Silveti en el cuarto, y el español Juan José Trujillo, en el sexto, saludaron montera en mano desde el tercio tras banderillear con brillantez.