Joan Enric Vives es el obispo de la pequeña diócesis leridana de Urgel aunque este cargo eclesiástico conlleva desde hace siglos otro honorífico, el de copríncipe de Andorra, título que comparte con el presidente francés, en este momento, Nicolas Sarkozy. Por ello, es fácil ver a este obispo catalán situado en actos protocolarios ostentando su cargo "político" y no el eclesiástico.
Sin embargo, Vives es algo más que coprincipe. Es el representante más fiel del sector nacionalista y progresista de la Iglesia en Cataluña. Es en estos momentos el último gran bastión de una serie de obispos que ha dejado esta región hecha un erial. El Vaticano ha ido poco a poco tomando cartas en el asunto y gran parte de los actuales obispos no representa a un sector de la Iglesia que está desapareciendo, "por meras razones biológicas", tal y como explicó Germinans a Libertad Digital.
Vives es la última esperanza de estos nacionalistas para conseguir una Iglesia catalana y él lo sabe. Su objetivo es postularse como sucesor de Martínez Sistach en Barcelona y está jugando sus bazas. Para ello cuenta con el apoyo de políticos catalanistas, contactos que utilizará con fuerza ya que sabe que desde Roma se apuesta por otro perfil. Además, tiene 62 años y le quedan al menos 13 de actividad episcopal.
En este sentido, el obispo de Urgel ha contestado a estos sectores nacionalistas políticos y religiosos con una entrevista en el El Punt Avui. Palabras de marcada tendencia independentista. En primer lugar, preguntado por la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto catalán, texto que chocaba frontalmente con los principios cristianos, Vives aseguraba que "es evidente que una vez el país (Cataluña), a través de su Parlamento, dio el visto bueno, se tenía que respetar la voluntad del pueblo. Creemos que el pueblo catalán se merece un respeto, y que no lo tuvo es evidente".
Pero no sólo se moja en este asunto donde se inclina por lo político y no por lo religioso, sino que habla directamente de la secesión cuando fue cuestionado por "si el pueblo catalán quiere la independencia". "Pues lo que quiera, si es lo que el pueblo democráticamente quiere", respondió sin problemas monseñor Vives, que no repara en que la Iglesia predica que no todo lo que se aprueba democráticamente tiene que ser necesariamente bueno. Ejemplos para ello abundan en la historia.
De este modo, el prelado de Urgel cree que "el obispo debe ser una persona que ame la lengua propia. Debe estar comprometido con su patria, su cultura y su nación, pero a la vez debe ser factor de unidad, no debe desunir. Deben ser los mismos cristianos los que tomen sus opciones políticas con libertad y sin tutelas".
Pero este amor por la patria y este nacionalismo que se ha predicado durante tanto tiempo ha sido la tumba de esta forma de ver la Iglesia puesto que ya no hay vocaciones y el clero está muy envejecido. Será por tanto este universalismo que representa el catolicismo la única salida que salve estas diócesis catalanas. Y esto preocupa al diario Avui.
De hecho, Urgel cuenta con apenas siete seminaristas de los cuales varios son latinoamericanos. Además, ante la crisis vocacional tan importante que asola esta región Vives se vio obligado a importar sacerdotes colombianos, que representan ya un porcentaje importante del clero más "joven" de la Diócesis.
En la entrevista, el prelado dice sobre ellos que "los sacerdotes que han venido a ayudarnos nos prestan un gran servicio. Ya sabemos que lo ideal es que las vocaciones salgan de las mismas comunidades cristianas, pero...". Este pero está en si entienden el "talante de la Iglesia catalana", como pregunta el entrevistador.
Así, Vives deja entrever un cierto adoctrinamiento. "En el periodo formativo que tenemos los seminarios y las diócesis estamos intentando ayudarles en este arraigo". Va más allá y añade que "estamos de manera inequívoca comprometidos con el pueblo catalán, de su cultura, de su lengua, su identidad propia e histórica como nación. Para los recién llegados asumirlo no es fácil".