La jugarreta de las hijas de Zapatero y cómo Wyoming señala a Rosa Díez por Amaiur

Urdangarín, Urdangarín y Urdangarín. La actualidad de este domingo no tiene más nombre que el del todavía duque de Palma. Y es que parece que el marido de la infanta tenía un serio problema para cumplir las normas. Además de engañar a Hacienda, y a todo el que se pusiera por delante, tampoco dudó en engañar al suegro, que no es otro que el Rey. Vaya cenita de Navidad va a haber en Zarzuela.

Por aquí, cómo no, va el diario El Mundo, que titula que "Urdangarín engañó al Rey con la fundación de discapacitados". Vamos, que le obligaron a dejar Nóos y no tardó en montar otro tinglado. Vaya angelito el niño. Y aquí entra el que se juega las habichuelas en el futuro. Está siendo el Príncipe el que "cogió el timón en plena tormenta", es decir, el "cerebro de la estrategia de respuesta". Es lo que implica el término Heredero, que como esto siga en esta línea puede quedarse hasta sin el apellido, el bueno de don Felipe.

Mientras tanto, Pedro J. hace una loa a Rajoy en su carta del director ,aunque deja entrever la lástima que le da el popular ante el papelón que espera -si es que han dejado alguno en Moncloa, claro-. Además, revela algo cuanto menos curioso sobre el amortizado Zapatero. Al socialista, según el director de El Mundo, le preocupaba algo más que su salida del Gobierno y el traspaso de poderes: "Los problemas logísticos derivados del cambio de planes sobre su lugar de residencia". Vamos, que las hijas se han plantado y dicen que no se mueven de Madrid, y la mamá Sonsoles no quiere la familia separada. Pues nada José Luis, a seguir buscando. Ya sabemos quien lleva los pantalones en casa.

Y ahora la ración de religión del diario. Antonio Gala es un habitual y hoy se une David Gistau, aunque por motivos muy diferentes. El primero tenía que realizar su ataque simbólico a la Iglesia, en este caso al Papa, como parte necesaria para su día a día. Ahora critica el matrimonio de los padres de Benedicto XVI. Sí, sí, oyen bien y acaba pidiendo que "Dios quiera que no vuelva a España". Permítanme la licencia de que diga que este hombre tiene un ligero problemilla con la Iglesia Católica, es una pequeña impresión. Lo de Gistau va por otros derroteros más mundanos. A él le gusta Paz Vega, y por tanto su foto desnuda en una capilla. Considera que "los católicos deberían estar orgullosos de que esas fotografías se hayan hecho en una iglesia (...) porque ello demuestra que nadie les teme como a una interpretación de la religión sectaria, medieval y asesina". "Como hayáis logrado que Paz Vega no vuelva a desnudarse, me vais a oír", concluye. ¡Ay amigo!, está es la clave. Qué tío. Aunque no tendrá problemas en encontrar a esta actriz con poca ropa.

La Gaceta prefiere ir por otro lado y publica una de esas noticias que hielan la sangre. Abre su portada titulando que "Garzón se reunió en Moncloa con Zapatero, De la Vega y Rubalcaba la madrugada del soplo". ¿Separación de poderes? ¿Justicia? Para más inri todo habría sido hecho con premeditación y alevosía, porque "los servicios de seguridad apagaron las cámaras para que no se grabara la imagen".

Y Carlos Dávila anda con la mosca detrás de la oreja con la que le espera a Rajoy. "El sudor y las lágrimas comenzarán en el instante en que presente un programa de austeridad como nunca se ha sufrido en España". Por Dios Carlos, que se me ponen los pelos de punta. Aunque no anda desviado con lo del sudor y las lágrimas, que se lo digan a los españoles de bien.

El término monárquico no es suficiente para La Razón. Habría que inventar algo que vaya más allá a tenor del despliegue inmenso que hace sobre el amor que hay a la Monarquía. "Los españoles, con su Rey", titula el diario para dedicar hasta la página 21 alabando al monarca. Así, indica que "el 81,3 por ciento apoya el papel del Monarca y un contundente 88,2 por ciento aprueba su decisión de apartar a Urdangarín de los actos oficiales".

Mientras tanto, en Público hoy abundan los ataques ya sea por lo que tenemos en casa o por lo que hacen otros. En primer lugar, Isaac Rosa insinúa que Estados Unidos iniciará una guerra ya. Así lo dice él: "ya me dirán qué hacemos con tanto soldado y armamento que ahora sale de Irak", porque "no es plan devolverlos a casa y vestirlos de civiles, con el paro que hay". Tras la ironía poco fina de uno se llega a las soflamas de otro, el conocido como Gran Wyoming, que no duda en atacar a Rosa Díez, vilipendiada a diario en ese periódico. Asegura el supuesto humorista que la líder de UPyD escoge una "peligrosa senda" al decir que no es lo mismo Amaiur que su partido. "Habría que recordarle que el suyo no es el único partido perseguido por ETA", afirma. Claro, quien no critica y no se pronuncia no se expone a ser perseguido ¿no, Wyoming?. Añade que "la paradoja raya el esperpento cuando se plantea la ilegalización de Amaiur, en un afán nostálgico de encontrar un enemigo allí donde se debería buscar la reconciliación". Que se lo digan a las víctimas. Manda bemoles, señor Monzón.

En ABC aparece este domingo una entrevista a un señor que se enfrentó a su partido y que ahora gobierna en Asturias y está representado en el Congreso. Álvarez Cascos asegura que "nunca he dicho ni pensado que Rajoy no es el candidato idóneo para España". Y tras esta declaración conciliadora saca la maquinaria y asegura que "PP y PSOE son hipócritas con Amaiur" y se pregunta si el PP es hoy un partido democrático o una casta de privilegiados". ¿Algo más, Francisco?

Por último, El País habla de un líder del PP encerrado y agobiado. Asegura que "banqueros, empresarios y barones presionan a Rajoy" porque todos quieren influir en el nuevo presidente de España. Claro, y los parados, y las víctimas del terrorismo...todos quieren que un presidente haga su trabajo.

En su cuota de Urdangarín, el diario de Prisa publica una encuesta que habla de una "reacción correcta aunque tardía ante Urdangarín". Según los datos, el 89 % aprueba la decisión de apartar al yerno del Rey de la agenda oficial. Pues el 11 por ciento restante debe ser familiares del vasco o los responsables de La Razón. Sin acritud.