Con tres días de retraso El País editorializa sobre los destrozos que la sede del semanario francés, Chalie Hebdo, sufrió por caricaturizar a Mahoma en su portada. La publicación empleaba un tono satírico para tratar, en clave de humor, el peligro de implantar la sharía en países como Libia. Y por ello, su redacción en París fue atacada con cócteles molotov quedando totalmente inutilizada.
Sin embargo, el diario de Prisa sale en defensa del islam exculpándole de cualquier responsabilidad. Para el periódico son sólo un grupo de violentos que "no representan a nadie sino a ellos mismos".
Como si los radicales hubieran atacado la publicación bajo coartadas ecologistas, por usar demasiada tinta, por ejemplo, El País afirma en su editorial que "antes de las revueltas árabes, los violentos jugaban con el equívoco infundado de que representaban los sentimientos y las aspiraciones de ciudadanos de países en los que la religión mayoritaria es el islam".
Y añade: "En Túnez y en Libia, los dos países a los que Chalie Hebdo dedicó el número por el que ha sido atacado, los ciudadanos, islamistas o no, se han enfrentado a sus tiranos, no a una publicación satírica".
Pero precisamente este sábado ABC cuenta cómo radicales salafistas intentan imponer la ley islámica en Dinamarca. Aunque, evidentemente son pocos, su objetivo es claro: implantar el islam en Occidente. Para ello, el primer paso, es conseguir el control y la autoridad en algunos lugares y más tarde extenderla al país entero.
"Todavía no podemos aplicar ningún castigo, porque estamos en Dinamarca y nos meterían en la cárcel. Pero patrullamos las calles y, cuando vemos a alguien que incumple los mandamientos de la sharía, hablamos con él e intentamos convencerle de que lo que hace está mal", dice Adnan Avdic, uno de los miembros de ‘Ahlu Sunah Wa Jammah’ (‘Los seguidores del Profeta’) en Copenhague.