La difícil tarea de servir a Gallardón
El alcalde de Madrid sólo permite ser servido por su mayordomo personal. LD ha hablado con un camarero que trabajó en actos del ayuntamiento.
En los últimos días hemos sabido que Alberto Ruiz Gallardón lleva años gastando el dinero de los contribuyentes en lujos como un mayordomo personal, encargado de servirle personalmente en cualquier circunstancia.
Libertad Digital se ha puesto en contacto con unos de los camareros que estuvo sirviendo, hace años, en la llamada copa de Navidad en el ayuntamiento de Madrid. Su relato deja claro que no es fácil atender al alcalde de Madrid.
A Gallardón no le gusta que le sirva cualquiera, así que incluso en un acto público y delante de cientos de invitados sólo emplea los servicios de su mayordomo. Nuestro camarero nos explica cómo, antes de empezar a trabajar, fueron aleccionados en la cocina: "Nos advirtieron expresamente de que no nos podíamos acercar al alcalde, ni tan siquiera para servir a las personas que estuvieran en ese momento a su lado por mucho que nos miraran para que fuéramos".
Esto, por supuesto, creaba situaciones incómodas con los invitados cuando estos estaban hablando con Gallardón: "Nos pedían que nos acercásemos pero teníamos que hacernos los locos, las miradas llegaban a ser asesinas".
Con un gesto de la mano
Si el alcalde quería tomar algún refrigerio o canapé, "levantaba una mano y hacía un pequeño gesto o simplemente giraba la cabeza y el mayordomo, que siempre estaba detrás suya, acudía raudo". El propio servidor personal del alcalde se dirigía a la cocina para preparar personalmente el pedido.
Entonces surgía otra dificultad: "Llegar hasta el alcalde atravesando un salón repleto de personas" con una bandeja "de la que nadie podía coger nada". Así que "dos camareros teníamos que escoltar al mayordomo para que los asistentes cogieran de nuestras bandejas y el pedido de Gallardón llegara intacto al alcalde".
Es importante señalar que esta no es una actitud habitual entre políticos, de hecho en el mismo acto había otros personajes relevantes como Ana Botella, o Trinidad Jiménez, por citar sólo dos ejemplos, a los que "cualquier camarero podía acercarse con total normalidad y sin tanta pompa", nos dice nuestro interlocutor.
Pero claro, tampoco Gallardón es en sus relaciones con los demás un político normal, como dejó claro durante ese mismo acto: "El alcalde estuvo en todo momento en un lateral del salón, sin mezclarse con el resto de invitados".
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