Al contrario de lo que pueda pensarse, la prensa internacional no exhibe una postura unánime sobre la última corrida de toros de la Monumental. Aunque la mayor parte de las publicaciones tiene una opinión favorable a la prohibición de la Generalidad, sí se escuchan ciertas voces que piden un dictamen más reflexivo y coherente sobre la cuestión taurina en nuestro país.
Destaca en este sentido la columna de Brendan O’Neill en The Telegraph, que es una auténtica sentencia ya desde su titular: "Morir en una corrida es lo mejor que le puede pasar a un toro", reza. "¿Es realmente cierto que la tauromaquia es cruel con los toros? Se podría argumentar lo contrario: estar en una corrida de toros es lo mejor que le puede pasar a un toro, ya que elevan a un animal sucio y mudo a un actor en una obra de teatro hermoso y misterioso".
Más adelante, añade O’Neill que el toro no es más que "una criatura que gruñe y está destinada a vivir una vida más bien triste, comiendo hierba y con pocas vacas" por lo que "a través de la humanidad de los toreros, los toros seleccionados se libran de este destino terrible y se les da algo que nunca podrían tener en un millón de años, y que han descubierto por sí mismos: un propósito en la vida". Fiona Govani, compañera del diario en Barcelona realiza en la publicación británica un exhaustivo seguimiento de la corrida, en la que habla de ambas tendencias.
Destaca, por encima de todas las publicaciones, el artículo que dedica al asunto Jason Webster en The Independent, donde saca los colores a los catalanistas, y demuestra entender, en cierto modo, los verdaderos motivos de esta prohibición. Dice Webster que el verdadero problema de la Monumental en Barcelona era la falta de público y el desapego de las nuevas generaciones hacia la tauromaquia. Analiza lo sucedido con la Iniciativa Legislativa Popular, y recuerda que a raíz de la prohibición en Cataluña, comunidades como Valencia o Madrid han declarado la Fiesta Bien de Interés Cultural, dándole "más años de vida a la fiesta". Es decir, que el columnista pone de relieve lo contraproducente que resulta esta vía prohibicionista, incluso para los antitaurinos. Además afea la hipocresía de la medida en una Comunidad que blinda el toro embolado, una costumbre con animales "a los que nadie está matando, pero hay violencia contra los toros, incluyendo la colocación de antorchas en los cuernos de los animales. Eso está lejos de terminar en la región", asegura.
Al margen de estas dos excepciones, el resto del kiosko internacional recibe con bastante jolgorio la última corrida en Cataluña. Al Jazzera dice, con bastante algarabía, que es el "último olé". El New York Times se pregunta si realmente este es el fin de la tradición de "maltratar" a los animales "impunemente", y hace un recorrido por otras técnicas del resto del mundo en que también se "perpetran brutalidades contra los animales". En otro artículo, el NYT no esconde que se trata de una ley con un interés "eminentemente nacionalista".