La mayor de todas, leer en El País un brutal ataque a Rubalcaba a cuenta del impuesto del Patrimonio. Sí sí, en El País y a Rubalcaba, ni me he equivocado ni estoy ebrio, aunque sí les confieso que no doy crédito.
Se trata de un durísimo artículo firmado por César Molinas en el que compara a los 160.000 españoles que pagarán el citado impuesto con los "albinos en Tanzania", que "se van a tener que esconder, o pintarse la cara de otro color". Cuenta el artículo como Zapatero ya descubrió de primera mano que los empresarios y banqueros más importantes de España no pagaban Patrimonio allá por 2008, así que extrae acertadamente la conclusión de que Rubalcaba y Blanco "mienten bellacamente" cuando dicen "que ‘el PP intenta ahorrar esfuerzos a los más grandes’". Y no sólo mienten, es que "el PSOE ha diseñado su campaña electoral alrededor de una mentira tan palmaria", un tema central de la campaña que "es un insulto a la inteligencia".
¿Les parece poco? Pues agárrense porque para terminar compara el asunto con el 11M, especulando si la persecución a los ricos podría ser el gran shock para finales de campaña: "¿Podría un movimiento similar -espontáneo, por supuesto- contrario a los pobres ricos albinos y a quienes les protegen, provocar un resultado similar en las elecciones de 2011? Yo creo que no, pero bien pudiera haber quien opinara que sí".
En El Mundo van hoy de faisanada, tanto en la primera plana como en el editorial, pero lo más interesante viene por el lado sentimental. En primer lugar por el brillante enfoque que le da Lucía Méndez al acto de Rajoy este lunes, que titula con especial acierto: "El poder del amor (o viceversa)". Brillante resumen.
Más sorprendente todavía es el paso de Salvador Sostres de la crítica política al consultorio sentimental masculino en un artículo "para mis amigos los hombres" en el que, después de defender a Strauss-Kahn como político, lo pone de chupa de dómine como ciudadano particular, esposo y padre: "No hay nada tan ordinario como un enredo, nada tan bajo como que te pillen con la secretaria o con la camarera".
Se nos está poniendo profundo Sostres (el otro día escribía de su hija) y la verdad es que lo hace con acierto: "Ser un hombre no es una cuestión genital, sino honorífica y moral. Eres un hombre cuando cumples lo que has prometido, cuando actúas con clase y con buen gusto, cuando eres inteligente y controlas tus instintos para proteger a los tuyos y a ti mismo". Irreprochable.
En ABC la portada es para un Juan Carlos Navarro de oro frente a la multitud con el titular "¡Yo soy español, español, español...!". La selección de baloncesto es un orgullo para los españoles y, muy especialmente, para el periódico de Vocento.
Más crítico es Ignacio Camacho con el "ministro de Deporte", cargo que, como recordarán, "ejerce" el propio Zapatero. Lo malo de cuando un presidente se desdobla así es que lo mejor de su labor sea eso: "La política deportiva del Zapaterismo ha salido bien por incomparecencia. El Gobierno se ha limitado a dejar hacer a los que sabían del negocio sin entorpecer con intervenciones adanistas (...). No han pretendido dictar las alineaciones ni las tácticas ni han emponzoñado el ambiente". Lástima, resume Camacho, que no hayan extendido ese criterio a todo lo demás: "La gestión gubernamental podía haber resultado mucho más decorosa".
En Público, por su parte, dedican casi toda su portada a un tema que seguro que nos tenía en vilo a todos los españoles: un discurso de Obama, con el que se licuan de placer hasta el punto de colocar el que quizá sea el titular más largo de la historia de la prensa española: ¡¡Ocho líneas de titularazo obamita!! Para echarse a correr.
Peor es, eso sí, el artículo (también bastante largo, por cierto) que escribe o al menos firma el Consejero catalán de Cultura, Ferrán Mascarell. Los argumentos vienen a ser los de siempre (nuestra lengua, nuestra identidad, represión de siglos...), pero tiene un desliz sencillamente genial: "(...) algunas personas no aceptan para Catalunya (sic) lo que les parecería irrenunciable en su caso. ¿Se imaginan qué dirían si alguien quisiera decidir por ellas como organizar su sistema lingüístico?".
Hombre, señor Mascarell, o "Catalunya" es una señorita particular que no puede escolarizar a sus hijos en catalán o precisamente eso es lo que hacen usted y los suyos: obligar a unas cuantas personas a que adopten esa cursilería que usted llama "sistema lingüístico" en un idioma en el que ellos no quieren.
Pero está bien, vamos acercándonos a la solución del problema: el día que se acepte la realidad de que el asunto de la lengua es una cuestión de derechos individuales y no de esa construcción que se ha dado en llamar "derechos territoriales", la cosa estará arreglada.