Antonio García Delicado, que reside en un inmueble aledaño al edificio que se derrumbó en Lorca en el terremoto de 5,1 grados que a las 18:47 horas devastó esta ciudad, ha dicho hoy a Efe que fue "afortunado por estar allí" y poder rescatar a una mujer y sus dos hijos, de 6 y 7 años, de entre los escombros.
El edificio que se derrumbó está ubicado en la calle Carretera de Granada y está muy próximo a una gran superficie de alimentación. García Delicado ha relatado que bajó de su casa a la calle, junto con su familia, cuando se produjo el segundo terremoto. Nada más llegar a la calle el edificio aledaño al suyo se desplomó y entre los escombros vislumbró el cuerpo de una mujer que estaba semienterrada.
Con sus propias manos y ayudado de otras siete personas hasta que llegaron los bomberos y los servicios sanitarios empezaron a retirar escombros y lograron rescatar a la mujer. Al sacarla vio que junto a ella había dos niños que también fueron desenterrados.
"No sabía ni por dónde metía las manos para sacar los escombros, vi que los niños tenían heridas en la cabeza y en las manos y sangraban, pero gracias a Dios los pudimos rescatar", ha dicho García Delicado. Una máquina excavadora retiraba esta mañana los escombros del edificio siniestrado.
La historia de Antonio García no es la única con un final feliz. Un milagro se hizo realidad en medio de la tragedia. Ocurrió en el barrio de La Viña, a la entrada de Lorca y uno de los más afectados.
Y el milagro se hizo en Lorca
"Mi casa se ha venido abajo", gritaba una mujer con el codo ensangrentado. Un bloque de tres pisos se había desplomado. Los bomberos intentaban transmitir tranquilidad en medio del caos y de la confusión. En el suelo yacía el cuerpo de una mujer de 37 años. "Se le ha caído el edificio encima. Iba andando por la calle con sus dos hijos en dirección al jardín para ponerse a salvo", relataba un vecino a La verdad de Murcia. "Pero si acababa de verla viva, esto no es posible", acertaba a añadir.
Los bomberos pidieron a gritos silencio para poder encontrar a los dos niños. La búsqueda, angustiosa, desesperada. No había ni rastro. Por fin los niños aparecieron sanos y salvos, llenos de polvo, pero sin heridas de gravedad. Nadie pudo evitar las lágrimas.
Desesperación y angustia por dar con los suyos
"Yo sólo pensaba en mis niñas, sólo pensaba en ellas. Sólo quería saber si estaban bien, pero nadie me cogía el teléfono y temía que les hubiera pasado algo", explicaba entre sollozos Manoli, mientras abrazaba a sus gemelas sentadas en sus cochecitos.
Historias como ésta se repitieron ayer, miércoles, por todo Lorca. Algunas, lamentablemente, con un final trágico. Muchos intentaban salir de sus coches, que colapsaban la calle en un gigantesco atasco. "¡Necesito salir, necesito saber si mi hija está bien!".
Lorca, en la calle
Esto fue ayer, en los minutos y horas posteriores al terremoto. Este jueves, el cansancio, tras permanecer veinticuatro horas en un campamento improvisado, y la incertidumbre acerca de la fecha de vuelta a casa se suman al miedo que sienten los miles de vecinos de Lorca que todavía no han podido volver a sus viviendas.
Miles de vecinos siguen a la espera, en alguna de las cinco áreas habilitadas para los evacuados, de conocer si podrán volver a sus viviendas ante los graves daños causados por los dos seísmos, que alcanzaron 4,4 y 5,1 grados de magnitud en la escala de Richter y provocaron nueve muertos.
Cansados y con la incertidumbre en el cuerpo mientras esperan en las cinco áreas habilitadas para los evacuados, la gran mayoría expresa todavía su temor a una nueva réplica que pueda poner en riesgo sus vidas o empeore el estado de sus viviendas.
El joven ecuatoriano Serafín Salazar ha asegurado a Efe que él y su familia pasaron anoche mucho miedo y tuvieron "ganas de no dormir", lo que les ha provocado un gran cansancio. Su compatriota Lidia Llepes ha asegurado sentirse "cansada de la mala noche, con hambre y con miedo", a la vez que ha expresado su deseo de que "no haya otro susto y que no pase nada malo".
"Vi caer los cascotes y la gente pisando a los heridos"
Muchos de los que permanecen en una de estas áreas de asistencia, la del Huerto de la Rueda, rememoran con pavor lo ocurrido ayer. "Vi caer los cascotes y la gente pisando a los heridos", ha relatado la lorquina María Jiménez, quien también se ha lamentado de la "incertidumbre" de no saber cuándo podrá volver a su piso.
Su amiga Josefa Olivenza ha explicado que la tuvieron que "pinchar" por una crisis de ansiedad. "Fue una cosa increíble, no se puede contar más", ha dicho esta vecina de Lorca, que ha deseado que no le "pille" otra situación igual.
Otro que ha aludido a la incertidumbre y al cansancio ha sido el lorquino Miguel Arenas, quien ha indicado que ha pasado "mucho frío", tiene hambre y sigue "sin saber" si puede "volver a casa o va a haber otro terremoto".
El marroquí Said Atifi también ha asegurado estar "cansado, con sueño, asustado y con hambre". Con un cariz más descriptivo, el barcelonés, pero "residente de toda la vida en Lorca", José Benavide ha asegurado que del terremoto "no se ha librado ninguna parte de Lorca". "Todos los pisos están tocados. Se ve realmente cuando abres la puerta y ves el interior de la vivienda. Están destrozados. Escayolas, azulejos, portones reventados, todo destrozado", ha enfatizado.
El área de asistencia habilitado en el Huerto de la Rueda, junto al que se ha instalado el Centro de Mando Avanzado, presentaba esta tarde un aspecto muy diferente al de ayer. El número de personas se ha reducido considerablemente y son en su gran mayoría extranjeras.
Además, la Unidad Militar de Emergencias (UME), que se ha trasladado a Lorca con 420 efectivos y 150 vehículos, ha instalado grandes carpas donde los evacuados podrán disfrutar de mayores comodidades que las simples sillas de plástico y las mantas suministradas para dormir a la intemperie.