Desde que el director y guionista Nacho Vigalondo generó una enorme polémica al escribir en Twitter chistes antisemitas su vida laboral se ha resentido. En una entrevista en Libro de Notas asegura que "hubo un momento en el que me entró el pánico porque la mayoría de mis actividades laborales o se paralizaron o se suspendieron". Además, añade que "la empresa para la que daba conferencias de técnicas de guión de cortometraje dejó de llamarme, el corto que iba a rodar como padrino de un festival esponsorizado por una marca de refrescos se suspendió".
De hecho, llega a asegurar durante esta entrevista que "durante una temporada estuve horrorizado porque no veía los límites de la onda expansiva que se había levantado. En los momentos más bajos, llegué a plantearme la posibilidad de irme de España".
Sobre la reacción de la gente ante sus comentarios, Vigalondo considera que "no prevalece ninguna reflexión, sino la gratificación efímera de darle una lección a un famoso. De certificar que ese señor que parece más rico que tú, que parece que trabaja menos y que folla más, se ha llevado una lección".
En su opinión, "cualquier periodista que hubiera indagado hubiese comprobado que en mi cuenta de twitter he practicado la ficción y el humor, negro o no, desde el comienzo. Algunos chistes que solté esa noche no eran nuevos en mi timeline, y jamás habían llevado a la confusión o a la indignación".
En su alegato de defensa, Vigalondo dice que "la prensa de derechas siguió tan a rajatabla su guión que no me ofendió. Hubo medios que encontraron la circunstancia una excusa para atacar al periódico que alojaba mi blog, y para el que acababa de realizar una campaña de publicidad. Pero lo que más me dolió fue la reacción de algunas firmas que aprovecharon la ocasión para esgrimir una moral equidistante".