Este es uno de los temas sobre los que reflexionarán Humberto Maturana y Ximena Dávila, creadores de la Escuela Matriztica de Santiago de Chile, a su paso por Madrid los días 17, 18, 19, 20 y 21 de enero.
Según la teoría de la Biología Cultural desarrollada por esta prestigiosa escuela, los organismos vivos se van modificando porque necesitan adaptarse para poder seguir viviendo. De la misma manera, las empresas necesitan ir cambiando según los requerimientos de los nuevos tiempos para poder sobrevivir. Por esta razón, el cambio en la empresa es fundamental para su supervivencia y adaptación a un entorno y mercado cambiante, cada vez más competitivo y globalizado. Si esto no fuera así, significaría la muerte porque cuando no hay cambio no es posible la vida.
La Gestión del Cambio ha sido una de las asignaturas más importantes que las organizaciones han debido abordar y, dependiendo de éxito con el que lo hayan hecho, han podido o no sobrevivir y han obtenido unas determinadas posibilidades de afianzarse y mantener su posición en el mercado.
Sin embargo, el cambio en sí mismo puede dar lugar a la pérdida de la identidad y a pasar a ser algo diferente a la propia esencia. Esto puede incluso llevar a la desaparición. Por esta razón, perduran las empresas que han sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su idiosincrasia, que han conservado su identidad. Los organismos vivos, por seguir con el símil, viven gracias a lo que conservan, aún estando en continuo proceso de cambio.
La pregunta clave para la empresa sería lo que quiere conservar y en torno a lo que llevar a cabo los cambios, siempre necesarios, que deberá efectuar. Se trata de marcar un eje inamovible que proporcione identidad, que asegure que la esencia no se pierde.
Las empresas familiares que fueron levantadas por sus fundadores, fieles a unos principios que significaron la clave de su éxito, habrán de tener presente siempre esos principios que les permitieron ser lo que llegaron a ser, aunque tendrán que adaptarse a los nuevos tiempos y requerimientos de la sociedad en la que vivimos. Es decir, a pesar de que es necesario el cambio, también hay que reflexionar sobre lo que se quiere conservar. La falta de una respuesta clara a esta pregunta, qué queremos conservar, y una actuación consecuente, es lo que impide, en muchos casos, la pervivencia de la empresa y el que segundas o terceras generaciones desistan de su gestión directa y se planteen venderlas.
Detrás del comportamiento están las emociones que lo dan lugar y desde las que algunas cosas son posibles y otras no. ¿Qué emociones de los equipos directivos que se transmiten al resto de la plantilla permiten a las empresas expandirse y abrirse camino en un entorno competitivo como el que vivimos? y ¿qué emociones dan lugar a una mirada corta y restrictiva que impide el engrandecimiento de la empresa?
Vivimos en una sociedad en la que predomina la emoción del miedo frente a la de la fuerza o la ambición, y esto nos condiciona para que nuestros planteamientos sigan una dirección que dará lugar a unos resultados, y nuestras empresas sigan unas pautas de actuación que las conduzcan a su supervivencia o a su desaparición.