DIARIO  
Portada  
Opinión  
España  
Mundo  
Economía  
Bolsa  
Internet  
Sociedad  
Cultura  
Deportes  


 SERVICIOS  
Correo  
Postales  
Titulares  



ANÁLISIS
Ignorancia, peor que el ántrax
Sobre la precaria situación de la educación en México y las repercusiones que ésta puede tener sobre la población.Ricardo Medina Macías

La educación pública en México es lamentable. Lo sabemos. Basta con encender la televisión. Basta con escuchar a las celebridades de la política o del espectáculo. No era necesario que, llenito de buenos sentimientos, el anterior secretario de Educación, Miguel Limón, ocultara los desastrosos resultados de exámenes internacionales que así lo demostraron. Dice Limón que quería evitar que cundiera el desánimo.

Esta ignorancia está bien pertrechada detrás de ese pecado capital que consiste en lamentar el bien del otro: la envidia. El ‘razonamiento’ implícito es sencillo y deslumbrante: ‘Lo malo no es que tú seas lerdo, sino que él es inteligente’, ‘la riqueza del otro es la causa de tu pobreza’.

Y millones de seres humanos en el planeta son adoctrinados en esa cultura del resentimiento. Desde los ‘descamisados’ de Eva Duarte de Perón hasta las huestes guerreras del fundamentalismo islámico patrocinadas por los petrodólares de jeques y herederos acomplejados. Sin olvidar, desde luego, a las turbas antiyanquis fundamentalistas, que lo mismo aplaudieron en su tiempo a Hitler, que a Hussein como ahora vitorean a Ben Laden.

Hay, por cierto, versiones adecentadas del fenómeno. Son, por ejemplo, las de los negociantes que un día sí y otro también despotrican contra la ‘competencia desleal’, es decir, toda competencia que desnuda mi personal incompetencia.

El resultado es lastimoso y angustiante. ¿Cómo explicarle, por ejemplo, a una madre trabajadora que los estudios de su hija en tal universidad pública, en los que ella cifra tantas esperanzas, son un camino seguro a la frustración profesional?, ¿cómo decirle que en tal facultad de economía, pagada con los impuestos de millones de ciudadanos, los maestros han renunciado a enseñar matemáticas desde hace años y se limitan a recitar algún catecismo ideológico gastado y vulgarizado?

Algún hablador radiofónico decía que el ántrax puede diezmar a la población (seguramente ignora que ‘diezmar’ significa matar uno de cada de diez habitantes), pero la ignorancia tiene efectos más destructivos. Mantiene en la pobreza peticionaria a millones de personas. Destruye oportunidades de trabajo. Impide el progreso. Abomina la creación de riqueza. Disfraza de pertenencia colectiva (al sindicato, a la clase, al partido, al gremio) lo que es mera servidumbre. Y encumbra a los peores.

Para que la ignorancia se perpetúe de generación en generación es preciso erigir barreras contra el conocimiento. Un mecanismo efectivo es la fabricación de ‘etiquetas’ aterrorizantes: neoliberalismo, capitalismo salvaje, imperialismo, tecnocracia, insensibilidad social, darwinismo social, globalización...

Entonces, el círculo de la ignorancia se cierra. Y la brecha entre los competentes y los incompetentes se ensancha para atizar el fuego de la envidia.

© AIPE

Ricardo Medina Macías es analista político mexicano.