
Nunca un representante español a Eurovisión generó tantas expectativas en los medios de comunicación y tanto fervor popular. A medida que se aproxima la fecha de celebración del festival, Televisión Española y los avispados productores de
Operación Triunfo intensifican el bombardeo informativo para que todo el mundo siga pendiente de Rosa López. Aunque se constata un cierto grado de saturación, la estrategia está teniendo éxito: Nos desayunamos con Rosa en los periódicos e intentamos conciliar el sueño con Rosa en
Crónicas Marcianas. Sin duda, se trata de fenómeno mediático que ha provocado curiosas coincidencias en medios muy distintos.
Hace unas semanas, el suplemento dominical de
El País y la revista
Hola! coincidieron en dedicar las portadas y las páginas centrales de su publicaciones al primer viaje de Rosa López a Nueva York, donde ha grabado el primer
sencillo del disco, a la venta desde el 22 de abril. Pese a las diferencias de estilo, los titulares en portada de ambas publicaciones se llenaban de sentimientos: Mientras
El País recurría al tópico del cuento de hadas ("El triunfo de cenicienta. La historia desconocida de Rosa López. De la pobreza al estrellato"),
Hola! se decantaba por una frase contundente aderezada de epítetos sibilantes ("Rosa en Nueva York. Sensible, sencilla, sincera, sorprendente"). Tampoco eran muy diferentes las fotografías de las portadas.
Si el periódico del grupo Prisa nos ofrecía una imagen de Rosa paseando por el Soho (barrio de intelectuales y artistas), la revista de las monarquías europeas escogía una postal turística de Rosa ante los rascacielos, como si acabase de conquistar Nueva York. Curiosamente, en ambas fotografías la cantante granadina lucía la misma chaqueta negra acolchada. Rosa tiene la misma agenda de Madonna pero no su misma colección de trapos en el guardarropa.
A pesar del distinto tratamiento informativo del viaje a Nueva York, los dos
medios también coincidieron en destacar la enorme humanidad de Rosa (ahora menos
rotunda gracias a la rigurosa dieta), su escarpado camino hacia la fama, su innegable talento, sus orígenes humildes y otras cuestiones no menos emotivas. A diferencia de
Hola!,
El País no entró en especulaciones morbosas sobre sus posibles amoríos fuera o dentro de la Academia. El rigor informativo obliga a prescindir de los asuntos de cama aunque no se desdeñe una aproximación sentimental al nuevo mito en la que juegan un papel importante los familiares llorosos y los amigos más queridos.
De la lectura de todas las informaciones sobre la conquista de la Gran Manzana se desprende que Rosa es una persona muy sencilla, una heroína del pueblo. No hay más que oírla cuando la entrevista Carlos Lozano en
Triunfomanía, el descarado y agotador epígono de
Operación Triunfo. Sin duda, cantará muy bien, pero le falta aquilatar la dicción y utilizar un vocabulario más refinado. Con tanta llaneza, es posible que Rosa se haya comportado en Nueva York como lo hizo su paisana Carmen Amaya en los años cuarenta, que freía sardinas con los gitanos en su suite del Waldorf Astoria.
Como aún faltan semanas para la esperada cita con Eurovisión, quienes aún no hemos sido cautivados por
Operación Triunfo deberemos seguir soportando el chaparrón informativo sobre Rosa López y sus compañeros de Academia. Pero lo peor aún puede estar por venir. En el caso de que Rosa gane el festival, las lluvias pueden ser torrenciales y dejarán millones de damnificados con el corazón anegado.