Sin que José Blanco o la flamante y devaluada secretaria de Organización, Leire Pajín, hayan podido nada al respecto, se ha abierto la primera grieta en un edificio aparentemente sólido e invulnerable. A los concejales socialistas de la localidad de Vélez-Málaga poco les ha importado que el congreso socialista del pasado fin de semana pasase de puntillas sobre el Manifiesto por la Lengua Común, legitimando de facto la política lingüística de los nacionalistas. Tras un acuerdo con el PP local se han mostrado favorables en bloque al manifiesto que tantos quebraderos de cabeza está dando a los partidarios de la inmersión forzosa en varias comunidades autónomas.
Esto es lo que hay y el PSOE debería replantearse lo poco razonable que se está mostrando frente a un movimiento nacido de la sociedad civil que crece día a día, y que ya cuenta con el apoyo de cerca de 200.000 firmantes repartidos por toda España. El Manifiesto ha conseguido unir a españoles de diferentes posiciones políticas por algo tan elemental como el respeto a los derechos lingüísticos de las personas, vulnerados deliberadamente por ciertos gobiernos regionales que cuentan con el apoyo pleno del PSOE y del Gobierno de Zapatero. En la España plural de la que tanto presume el presidente, al final va a ser que quienes no caben son ellos, los de la intolerancia y la imposición a machamartillo de una sola lengua.