El pasado viernes, un sondeo entre los electores de izquierda concluía que Olivier Besancenot era el mejor y más popular adversario de Nicolas Sarkozy, con un 17% de opiniones favorables, por encima del alcalde de Paris, Bertrand Delanoe, con el 13%, y aplastando a Ségolène Royal y François Hollande, ambos con un 9%. Este resultado ha suscitado numerosos comentarios y análisis que intentan explicar su éxito que son perfectamente inútiles, porque se trata simplemente de un fenómeno de moda. Algo parecido le ocurrió a José Bové hasta que las urnas le tiraran a la basura, y antes de él a Arlette Lauillier, de lo cual sólo se benefició su peluquero.
El éxito de Besancenot es efímero y exclusivamente mediático. Su pinta de niño litri, que aparece continuamente en la tele, gusta, por lo visto, a los tarados y a las viudas de funcionarios, pero la verdad es que Olivier Besancenot no existe. Lo que se vende es un fantasma o una imagen que poco tiene que ver con la realidad. Ese humilde cartero de Neuilly, convertido en líder político de primera fila, que está abandonado la capilla trotskista LCR para lanzar un "Nuevo Partido Anticapitalista", habrá sido cartero quince días en toda su vida. En todo caso, cuando su amo Alain Krivine fue elegido eurodiputado, hace doce o quince años, hizo de Besancenot su secretario parlamentario. Me parece cuanto menos dudoso que pudiera ser cartero en Neuilly y al mismo tiempo secretario parlamentario en la Eurocámara de Estrasburgo, por más que a los eurodiputados les sobre el tiempo libre. Además da continuamente gato por liebre: hace poco nos hemos enterado de que tiene un coche de millonario y su vida privada nada tiene de proletaria. No es Lagardère, pero tampoco un sin techo, ni siquiera un humilde cartero de Neuilly como pretende. Todo esto no tendría demasiada importancia si no lo ocultara y mintiera. Sí, ya sé que todos los políticos mienten, pero hay otros que no lo hacen tanto.
Incluso su proyecto de Nuevo Partido Anticapitalista es una mera operación de marketing comercial. Al creerse los sondeos ha caído víctima de ellos; con esas nuevas siglas NPA (en las que arrincona y esconde su trotskismo) pretenden –porque no está solo– comerse a otros grupos de extrema izquierda reaccionaria (ser "anticapitalista", hoy, es reaccionario): trotskistas, estalinistas, verdes radicales y los tres amigos que le quedan a José Bové. Por lo visto están discutiendo si invitan a Madonna o a Carla Bruni para su Congreso fundacional. No es serio. Sumar fracasos no facilita la creación de nuevos partidos y aún menos plataformas políticas "revolucionarias". También es cierto que el lamentable espectáculo que ofrece el PS a sus simpatizantes y electores favorece este tipo de fenómenos mediáticos, a la "izquierda de la izquierda".