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EDITORIAL

Temerario electoralismo de alta velocidad

Pronto, sin embargo, se pudo constatar que el gobierno no iba a renunciar a ese foto electoral de Zapatero, por mucho que ello supusiera volver a dejar en un segundo plano la seguridad de trabajadores y futuros viajeros

Tras el caos que provocaba el pasado mes de octubre un deslizamiento de tierras en las obras del AVE en Barcelona, la ministra Magdalena Álvarez parecía haber abandonado las prisas de última hora en su construcción, contra las que meses antes ya le habían advertido en repetidas ocasiones varios dirigentes del Partido Popular. De hecho, Álvarez no tuvo entonces más remedio que retrasar sine die la inauguración de la línea, prevista para el pasado 21 de diciembre, asegurando que no había ninguna prisa por parte del gobierno.

Pronto, sin embargo, se pudo constatar que el gobierno no iba a renunciar a esa foto electoral de Zapatero, por mucho que ello supusiera volver a dejar en un segundo plano la seguridad de trabajadores y futuros viajeros. De hecho, pocas semanas después de que la ministra asegurara que "no había ninguna prisa", trabajadores del AVE ya denunciaban a Telemadrid nuevas presiones y falta de seguridad para acelerar las obras. Concretamente, los operarios denunciaron el mal estado de los túneles que se construyeron bajo el barrio del Gornal y denunciaron graves fallos en las infraestructuras.

El anuncio hecho público en Barcelona este martes por la abucheada ministra de Fomento de que el AVE llegará a Barcelona el próximo miércoles 20 de febrero –un día antes de que se inicie la campaña electoral– no hace sino evidenciar ese irrenunciable y temerario electoralismo del Gobierno. Esa fecha obliga a Fomento a reducir el periodo de pruebas, que no va a llegar a las tres semanas. Para que los lectores se hagan una idea de los riesgos de semejante decisión conviene recordar que el AVE Madrid-Sevilla se inauguró tras más de un año de pruebas; la línea Madrid-Zaragoza/Lérida contó con 17 meses; el AVE a Toledo, cuatro, pese a ser sólo de 21 kilómetros, y el tramo a Lérida-Tarragona entró en servicio tras cinco meses de pruebas.

Si el Gobierno hace caso omiso con esta medida a los más elementales criterios de prudencia, no menos denunciable es su propósito de burlar la ley electoral, que prohíbe las inauguraciones en periodo preelectoral, con un anunciado viaje de Zapatero en el AVE que, aunque no sea oficialmente una inauguración, no deja de ser una ilegitima utilización partidista de un obra pública. Claro que ni la seguridad ni la ley electoral le preocupan a este Gobierno del alegre "como sea"...

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