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Entre Oriente y Occidente

Seguramente ésta era la última de sus intenciones y, sin embargo, el primer ministro turco, Tayyip Erdogan, ha transformado a Benedicto XVI en un improvisado diplomático.

Benedicto XVI está en Turquía. Invitado por el presidente de la república Ahmet Necdet Sezer, el Papa lleva a cabo un viaje pastoral, ecuménico y en busca del diálogo interreligioso. Pero la actualidad ha transformado esta visita en un acontecimiento del que muchos intentarán deducir elementos de ciertas cuestiones que Benedicto XVI no va a resolver, como la inmigración musulmana hacia Europa, el fundamentalismo islámico en el viejo continente, o el ingreso de Turquía en la Unión Europea.

Seguramente ésta era la última de sus intenciones y, sin embargo, el primer ministro turco, Tayyip Erdogan, ha transformado a Benedicto XVI en un improvisado diplomático. Tras las reacciones al discurso en la Universidad de Ratisbona y la frialdad con que las autoridades turcas acogían la visita, las malas noticias que llegaban de Tampere hicieron que Erdogan cambiara su agenda para recibir al Papa. El cordial encuentro entre ambos en una sala del aeropuerto de Ankara descubrió la improvisada importancia que el Gobierno turco quería dar a esta visita y por supuesto rentabilizarla, precisamente en un momento en el que la presidencia finlandesa de la Unión Europea hablaba de la suspensión parcial de las negociaciones de adhesión con Turquía. Tras el encuentro, el primer ministro turco reveló a la prensa que Benedicto XVI había dado su apoyo al proceso de adhesión de Turquía a la UE.

La Santa Sede se vio obligada a puntualizar que "no tiene ni el poder, ni el papel específico ni político de intervenir en el ingreso de Turquía en la Unión Europea" y precisó que "el Vaticano ve positivamente y anima el camino de diálogo y de acercamiento en Europa, sobre la base de los valores y principios comunes". Es decir, el Papa habla de Europa y no de la Unión y menciona unos valores y principios que no son precisamente los que han guiado a las instituciones europeas a allanar en un primer momento el terrero de las negociaciones con Turquía y que tampoco han sido el motivo para frenar ahora el proceso.

Al destino europeo de Turquía se le ha cruzado el Papa, y al Papa se le cruzó Erdogan de camino a Riga, a la cumbre de la Alianza Atlántica. Y para seguir rentabilizando la visita papal le dice a su socio Zapatero que Benedicto XVI está interesado en la Alianza de Civilizaciones, un texto enel que se pide, entre otras cosas, a los periodistas la autocensura y no molestar a los musulmanes. Dudo que Benedicto XVI renuncie a sus valores y principios.

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