Es interesante leer el documento marco elaborado por el PSOE para preparar su Conferencia Política, que tendrá lugar entre el 15 y el 17 de septiembre. Es un documento para la discusión entre sus propios militantes, que no tiene otro objetivo inmediato que los propagandísticos. No criticaré yo este aspecto de agitación, pues, no nos engañemos, sucede en todos los partidos, pero el nivel de descalificación alcanzado por el PSOE con respecto al PP es de tal agresividad que requiere un comentario sobre el carácter totalitario de este partido. Nada en este documento es fruto del análisis sino de la descalificación de la oposición.
El asunto central del documento es obvio: criminalización del PP. Atribuirle al PP la mayor de las maldades de una democracia, a saber, no reconocer los resultados electorales es su máxima aportación sectaria. Sin embargo, cuando el PSOE dice que “la gran tarea pendiente” de nuestra democracia “es que el PP asuma sus derrotas y no cuestione los resultados electorales cuando pierde”, está poniendo en evidencia, sin duda alguna, lo que más le duele. No quieren oír hablar de que llegaron al poder después de un sangriento atentado terrorista. Es como si el PSOE en su totalitario ataque sólo quisiera esconder algo.
Por otro lado, dirá cualquier persona ajena a la lucha electoral, si jamás el PP ha puesto en cuestión los resultados electorales del 14-M, entonces ¿por qué se empecina el PSOE en atribuirle algo que no ha dicho, o sea, una falsedad? Sencillamente, porque su objetivo no es otro que encrespar y reducir al PP a un partido antisistema. Más aún, convertirlo en el enemigo público número uno. Eso es todo, reitero, la criminalización del adversario a través de la mentira. He ahí la mayor prueba de que el grave problema político de la democracia española es que la izquierda en general, y el PSOE en particular, desconoce por completo la regla básica de la democracia política: el respeto a la “alternancia” política.