Alejandro Martín Soto se encuentra con este titular en LD, referido a los atentados del 11-M: “Parte de las llamadas interceptadas ni siquiera se hizo desde Leganés”. El atento libertario pregunta si no sería mejor decir que “parte de las llamadas… se hicieron”. En efecto, ese es mi parecer, aunque cabe entender también que el sujeto es singular (“parte”). El ejemplo que ilustra la norma que yo sigo es el siguiente: “La mayoría opina”, pero “la mayoría de los españoles opinan”.
José Carlos Navarro Muñoz (Mérida, Badajoz) tiene la duda de si se debe decir Iraq o Irak. En principio, la letra K (eminentemente griega) casa mal con el latín y el español. Los arabistas prefieren escribir Iraq e iraquí. De todas formas, la vacilación entre Iraq e Irak puede mantenerse sin que nadie sufra mucho.
Javier Carrascón Garrido (Madrid) aduce que lo de “antiguas pesetas” es un calificativo innecesario. Arguye así: “Claro que podemos llamarla peseta sin más. Que esté vigente o no nada tiene que ver con el modo en que la llamemos. También Napoleón falleció hace ya tiempo, y eso no nos obliga a decir el difunto Napoleón cada vez que hablemos de él”. Tiene razón don Javier, pero muchas veces los epítetos (adjetivos que normalmente van delante del nombre y sirven para caracterizarlo) son útiles y sobre todo expresivos.
Javier Fernández Roca es también partidario de decir “pesetas” sin más y no “antiguas pesetas”. Por otra parte, don Javier comenta la ironía de Lázaro Carreter al distinguir la honradez (de cintura para arriba) de la honestidad (de cintura para abajo). No estoy de acuerdo más que si se sigue la ironía. Cierto es que honesto equivale primeramente a pudoroso, pero también hay un pudor del cuerpo entero. La honradez se refiere más bien a la integridad moral. Aun así, honestidad y honradez son términos intercambiables y cada vez más.
J. Evaristo (Oviedo) insiste en que no hay pesetas “nuevas” y, por tanto, no es menester especificar lo d e”antiguas pesetas”. Hay más opiniones en esa misma línea, como, por ejemplo, la de Graciano Dorta Estévez. A pesar de la ofensiva tan contundente de los libertarios, añado que quizá haya un punto de razón al decir “las antiguas pesetas”. Se indica con ello un elemento de nostalgia. Los maravedís son lo que eran, una moneda antigua, y no hay por qué recalcarlo. Pero las pesetas, ¡ay, las pesetas!, forman parte de la memoria de los españoles adultos y por eso no está nada mal que se especifique lo de “antiguas”, por lo menos durante un tiempo. Repárese en que las mencionamos casi siempre como el equivalente de los euros hodiernos para cantidades de cierta significación. De esa forma queremos decir que la equivalencia no es real, pues ahora no existen las pesetas. Pero existen en nuestra nostalgia, la de los adultos de hoy. De ahí que la equivalencia sea más una cuestión sentimental que cambiaría.
Isabel Martínez (Alicante) acusa una “pequeña incorrección” que he cometido en el prólogo al libro de Tamarón, El guirigay nacional. “Se trata del adverbio sólo, que debe llevar tilde cuando sustituye a solamente, para distinguirlo de solo, referido a soledad”. Bien, no es una incorrección en el sentido de un error que se me ha deslizado. Es una decisión personal que llevo practicándola desde hace muchos años. es rarísimo el caso de ambigüedad entre la función de adjetivo o de adverbio de la palabra solo. Por tanto, me parece más sobrio seguir la regla general de la acentuación (palabra grave terminada en vocal). La misma razón me lleva a prescindir de la tilde en los pronombres demostrativos. No soy partidario de las revoluciones en las normas ortográficas, pero no me molestan las reformillas. La verdad es que con ellas la lengua se mantiene viva.
Antonio Blanco Seoane (Santiago de Compostela, La Coruña) quiere saber si “supuestamente” es una voz correcta. Naturalmente que sí, aunque no la traiga el DRAE. Es un adverbio que equivale a “de forma supuesta”. Aun así, no parece una palabra muy elegante. Es claro que se trata de una adaptación del inglés supposedly. Lo de “supuesto” y sus derivados me da mala espina. Casi nunca significan lo que dicen, que se supone lo dicho.
Otra duda de don Antonio es si, debe decirse “por tanto” o “por lo tanto” (= por consiguiente, en consecuencia). Se impone la norma de la simplicidad. Es preferible “por tanto”.